lunes, 27 de abril de 2020

Semana de mayo. ¿Nacimiento de una “grieta”?


 ” La historia argentina se encuentra atravesada por la lucha de dos modelos sociales, políticos y económicos de país”. Norberto Galasso.

Autor: Ricardo Boserup 
"Seminario:“El derecho a conocer nuestra Historia. Educando para la Patria Grande."

La pretendida invención sobre la existencia de una sola sociedad revolucionaria que planificó, condujo y llevó adelante la Revolución de mayo de 1810; y que fuera difundida, fomentada y defendida por la historiografía clásica, ha sido producto de diversas revisiones que en su mayoría han coincidido en que no existió la presencia de una misma naturaleza dentro del grupo que desencadenó la caída del régimen colonial. La concepción de la acción conspirativa, había sido forjada bajo el auspicio del “Grupo de los siete”, pero las ideas y los objetivos de quienes lo componían no tenían un sustento homogéneo.
            Los acontecimientos dados en la jornada del 22 de mayo de 1810, dejarían al desnudo la división entre quienes ocuparon los sitiales del Cabildo aquel día.  Poco tiempo habría de transcurrir para que surgieran las disidencias entre los que pretendían mantener lazos de dependencia con la corona de España, con Domingo Matheu y Juan Larrea – ambos integrantes del Regimiento de Catalanes originado en las Invasiones Inglesas- a la cabeza, y aquellos que se proponían destituir a la representación local de una monarquía absolutista que privilegiaba los intereses coloniales ligados al comercio monopólico con la metrópoli. 

            Eran éstos, quienes, teniendo el apoyo de los sectores populares, y bajo la iniciativa de conformar un frente democrático, combinarían en diversas fracciones que luego pondrían en evidencia los desacuerdos existentes al momento de abordar los objetivos al inicio de la Revolución.  La influencia de la Revolución Francesa, bajo el designio del liberalismo roussoniano plantearía un camino diferente al que pretendían imponer los continuistas del modelo colonial, que “…Los representa el partido de los godos, acantonado en la Real Audiencia, el Cabildo”. (…) Sus apellidos: Santa Coloma, Beláustegui, Alzaga, Ortiz de Ocampo, Pinedo, Martínez de Hoz…” (1), todos pretenciosos de conservar los territorios del Virreinato del Río de la Plata bajo los dominios de España.                                                                                                            
           A diferencia de éstos, los principales objetivos de aquellos que ganaron la votación en aquel 22 de mayo, girarían en torno a la concreción del “Plan de Operaciones” que Mariano Moreno expresara como principal colectivo del poder revolucionario al momento de mudar de soberanía:
“Art. 4°(…) Luego de hacerse entender más claramente mi proyecto, se verá que una cantidad de doscientos o trescientos millones de pesos puestos en el centro del Estado para la fomentación de las artes, agricultura, navegación, etc., producirá en pocos años un continente laborioso, instruido y virtuoso, sin necesidad de buscar exteriormente nada para la conservación de sus habitantes, no hablando de aquellas manufacturas que, siendo como un vicio corrompido, son de un lujo excesivo e inútil, que deben evitarse principalmente porque son extranjeras y se venden a más oro de lo que pesan…”

“ (…). Art.6°: En cuanto a los árbitros que deben adoptarse para fomentar los fondos públicos luego de que el Perú y demás interior del Virreinato sucumban para los gastos de nuestra guerra, y demás emprendimientos, como igualmente para la creación de fábricas e ingenios, y otras cualesquiera industrias, navegación, agricultura, y demás, son los siguientes: (…) (2).  
             Allí estaban los partidarios del liberalismo democrático: Castelli, Paso, Belgrano, French, Berutti... “Es el sector dinámico de la revolución y arrastra a sectores populares de menos ingresos, intentando luego, ensamblar con el interior mestizo e indígena”. (3).   Pero en esta fracción también se hallaban incluidos los que, alentados por el libre comercio, proponían consolidar las redes de negociación con el Imperio Británico.
            Era el espacio en que convergían Rivadavia, Sarratea, Riglos Manuel García y otros que conjuntamente con los comerciantes ingleses asentados en la ciudad buscaban la vía “independentista” de la corona española para fortalecer sus negociados con el Imperio Británico, lo que les permitiría incrementar sus patrimonios.                             
             Por último y como parte de la coalición democrática, se encontraba quien representaba las fuerzas militares: Cornelio Saavedra. Bajo la impronta conservadora de entonces adhería a un liberalismo moderado, propicio para establecer vínculos de negociación entre las partes intervinientes.
            Fue así, que luego del fracaso del proyecto impulsado por Moreno –dada la radicalización de sus contenidos y por el que se embestían los intereses de la “oligarquía local” -, se produciría el “golpe” que desplazaría a éste de la conducción institucional. “La mayor parte de la Junta lo apoya, pero tanto la burguesía comercial porteña, como algunas fuerzas reaccionarias del interior – (el obispo Molina, de Cuyo), trenzan vínculos con el grupo más moderado de las fuerzas armadas que se expresa en Saavedra. Este frente lo acorrala en diciembre de 1810…” (…) “…La incorporación de los diputados del interior (…) al aliarse al saavedrismo, va dirigido a colocarlo a Moreno en minoría arrebatándole la conducción de la Junta”. (4)
 De esta forma el curso inicial de la Revolución adoptaba un giro que sería propicio a la voluntad de la facción oligárquica, se ubicaban en el gobierno – a partir de la traición de los objetivos iniciales - aquellos que en lo sucesivo solo alentarían el crecimiento de sus utilidades  y la de sus acólitos  en virtud de la apertura comercial con Inglaterra: Rivadavia, García,  Riglos, Lezica serían algunos de los que llevarían adelante el proyecto político, económico y social que la historiografía liberal pondría como ejemplo al momento de analizar el pasado  con fin de proyectar la continuidad de los mismos propósitos que ambicionaban quienes se adueñaron de la Revolución: establecer un liberalismo económico emparentado con el intercambio comercial desde y hacia el Imperio Británico en desmedro de un proyecto de liberación que permitiese incluir a la gran mayoría de los sectores subalternos.
 Luego de la fragmentación territorial americana post independentista y consagrado el dominio de los sectores terratenientes bajo el tutelaje político económico de los sectores hegemónicos de la época, era indispensable impostar una conciencia compatible desde un relato por el cual nuestra historia pudiera ser leída (en primera instancia), bajo la mirada de la “leyenda negra”. Aquella que, habiendo sido escrita por los enemigos de España, a partir de “los crueles castigos y emprendimientos que los conquistadores habían impuesto en sus colonias”, pero que ocultaba la presencia del pueblo en las jornadas de mayo como así en todas las batallas libradas por la Independencia.
            La figura de Bernardino Rivadavia serviría ser utilizada para el primer cometido: “Las ideas que Moreno sembró ayudado por una ilustrada minoría han sido cultivadas luego por la comunidad, luchando siempre contra el torrente de la barbarie. Cuando todos la creían extirpadas bajo las patas de los caballos de los Atilas de las pampas, han aparecido hombres como Rivadavia que las han vivificado con el soplo fecundante de la civilización”. (5)

“LA HISTORIA OFICIAL”

               Bartolomé Mitre iría a inaugurar el relato histórico haciendo alabanzas epopéyicas de los héroes cultivados y esculpidos a partir de la narrativa literaria en la que evidencia su carga ideológica, ocultando la participación de las fuerzas populares que los apoyaran: originarios, nativos, caudillos a los que se los calificaría como la “barbarie” desde una connotación maniquea (dentro del contexto decimonónico: el darwinismo positivista), representando al criollo como una “raza superior”, producto de la fusión con elementos autóctonos del europeo.                               

             Es así que se impone una historia que pudiera dar paso a la continuidad del proyecto liberal, amañado tras la batalla de Pavón en donde la cruzada de la civilización contra la barbarie había vencido (razón por la cual tanto Rosas, como la Confederación Argentina serían “borrados” de la historia). Entonces debía procederse a librar el segundo cometido: Trazar las ponderaciones morales de quienes impusieron el Estado Nacional en concordancia con la épica de los héroes de la Independencia, útiles a la hora de garantizar una organización política, social y económica que les permitiera forjar una nacionalidad formada desde la elite, separada de un conglomerado social mayoritario: el gaucho, el jornalero…la plebe urbana; exclusión requerida para establecer una sociabilidad que marchase hacia una modernización adecuada a los sectores terratenientes conservadores.           

            Tanto Mitre, como Vicente Fidel López –más allá de sus diferencias metodológicas- acudieron a la construcción de una historia ubicada dentro del contexto de una Argentina que requería legitimar sus lazos dependientes en aras del orden y el progreso. Es allí donde nacería la “Historia Oficial” como un elemento sostenedor del modelo liberal, para lo cual asumirían dos posturas: a) El país nació por iniciativa de grandes hombres (por nacimiento o inclinación), b) La Historia Argentina comienza luego de la Revolución de Mayo. 

            El academicismo, con posteridad al centenario daría continuidad a esta visión histórica acompañándola desde la profesionalización de sus componentes, conformando una misión educativa que desde el Estado liberal iría en la búsqueda de una uniformidad lineal en la interpretación de los acontecimientos históricos.  

1. Galasso, Norberto. “La Revolución de Mayo y Mariano Moreno”. (Cuadernos para la Otra Historia n° 4. Bs.As. C.Cultural Enrique S. Discépolo. 2000. Pág.3). 
2. Moreno, Mariano. “Plan de Operaciones”. Edit. Biblioteca Nacional. Bs.As. 2008. Pág.314/15.  
3. Galasso, Norberto. op.cit. Pp.15,  
4. Galasso, Norberto. Op.cit. Pp.26.     
5. Mitre, Bartolomé. “Ensayos Históricos. La Sociabilidad Argentina. (1879) Bs.As. La Cultura Popular. Pág. 79.           

                     Prof. Ricardo Boserup

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