Vivir en la villa miseria 1
Por
Mara Espasande
Historiadora, directora del Centro de Integración Latinoamericana "Manuel Ugarte" de la UNLa Es Licenciada en Historia por la Universidad Nacional de Luján (UNLu) y Profesora en Historia por el Instituto Sagrado Corazón de Almagro y Se desempeñó como docente en Educación media y en institutos de formación docente de la Provincia de Buenos Aires y de CABA. En el ámbito universitario desarrolló su tarea docente en el Instituto de Servicio Exterior de la Nación (ISEN), la Universidad de Buenos Aires (UBA), la Universidad Provincial de Ezeiza (UPE), la Universidad Pedagógica (UNIPE), la Universidad Popular Madres de Plaza de Mayo (UPMPM) y la Universidad Nacional de Avellaneda (UNDAV). Fue consultora pedagógica de la DINIECe, Ministerio de Educación de Nación, en evaluación de la calidad educativa en Ciencias Sociales. Ha publicado diversos trabajos sobre historia argentina y latinoamericana. Fue coordinadora del “Atlas Histórico de América Latina y el Caribe. Aportes para la descolonización pedagógica y cultural”, obra dirigida por Ana Jaramillo y editada por Edunla. Actualmente es profesora adjunta del Seminario de Pensamiento Nacional y Latinoamericano de la Universidad Nacional de Lanús (UNLa) y directora del Centro de Estudios de Integración Latinoamericana “Manuel Ugarte” de la misma Universidad.
Introducción
“Atención,
porteño a esta Villa Miseria: cementerio de sueños de cabecitas negras. De aquí
parte el grito, lamento profundo que marca un hito en la miseria del mundo. Es
un grito de rabia de dolor y de pena, que bulle en la savia de nuestras venas.
Dolor hermano de tierra adentro con la misma sangre que llevas adentro. Pena de
sabernos por pobres, menos, y que quieren tenernos socialmente ajenos. Pero
entiende antes: NO SOMOS PARIAS, somos inmigrantes en nuestra propia Patria.” Chilimino
(Poeta villero)
El poema presenta una problemática
relevante en la historia argentina: la exclusión social encarnada en los
habitantes de las llamadas “villas miseria”. En nuestra historia encontramos
numerosos ejemplos que ilustran el sentir del poeta villero: la sociedad
argentina en general y la porteña en particular han mirado con menosprecio a
quienes llegan a Buenos Aires desde el interior buscando nuevos medios de vida.
“Inmigrantes en nuestra propia Patria”
representa el sentir de aquellos, que desde 1930, han abandonado su lugar natal
añorando un trabajo y una vida más digna.
Desde entonces, las villas miseria
crecerán en forma permanente hasta nuestros días, develando las desigualdades y
contradicciones de nuestra sociedad. Alicia Ziccardi las ha caracterizado como “enclaves urbanos de la pobreza”, que se
constituyen a partir de “las
particularidades de un conjunto de individuos y familias que participan de una
común precariedad en la vivienda, una común ausencia de equipamiento colectivo,
una común ilegitimidad en el uso del suelo encerrado en límites geográficos
fácilmente perceptibles…”.2
El término “Villa miseria” aparece por
primera vez en 1957 en la novela de Bernardo Verbitsky “Villa miseria también es
América”, que denuncia el
surgimiento de estos barrios miserables como consecuencia del empobrecimiento
del país. El habitante de los asentamientos es -desde el comienzo- discriminado
por su condición, tratado como intruso en la ciudad. Un vecino reflexiona “sentir que porque vivimos en una villa no
somos menos que otros. Eso es lo difícil (...) Porque primero te discriminan y luego te autodiscriminás... Te lo
marcan tanto que te lo crees.” 3
Según el INDEC y el Gobierno de la Ciudad
de Buenos Aires en 1993 la población de las villas en Capital no superaba las
52.000 personas; en los últimos datos oficiales del 2006 esta cifra se eleva a
182.577 personas 4. También informan que el 61 % de los adultos de
las villas son desocupados. No sólo aumentó vertiginosamente la cantidad de
pobladores, sino que aparecieron ocho nuevos asentamientos: la zona más
afectada el cordón sur de la Capital. El 95 % de las familias están ubicadas en
terrenos insalubres, degradados o contaminados.
A partir del surgimiento de las villas
miserias en 1930, en las distintas etapas de su evolución histórica, se
modifica sustancialmente la vida de estos habitantes de las villas
miseria, y
también del resto de los vecinos de la Ciudad de Buenos Aires. Las formas de
organización social, la relación con el Estado, la Iglesia, los Partidos
Políticos, el Movimiento Obrero y la sociedad en general fueron determinando la
forma de vida peculiar de cada etapa de la historia argentina.
Analizaremos estas complejas relaciones a
partir de un recorrido histórico desde la aparición de las villas miseria hasta
la actualidad. Indagaremos la forma de vida de los habitantes de las villas
miseria, su cotidianidad, sus ideas, percepciones, problemas y luchas.
Origen y
radicación (1930-1943)
Las villas representan, sociológicamente,
la continuación de los conventillos. La inmigración europea, llegada en forma
masiva desde finales del siglo XIX, se encuentra con la paradoja que el
desierto ya poseía dueño y que no podía acceder a la propiedad de la tierra. El
hacinamiento en las viejas casonas coloniales abandonadas por la clase alta
luego de la fiebre amarilla, convertidas en conventillos, es característico de
esta época.
En 1930 como consecuencia de la crisis
económica mundial aumenta notablemente la desocupación en la Argentina. Muchas
familias sin posibilidad de continuar pagando un inquilinato o incluso
conventillo comienzan a construir precarias viviendas en terrenos fiscales.
Aparecen así las primeras villas miseria: Villa Desocupación en Puerto Nuevo (Retiro)
funda la tradición de las ollas populares y la peculiar arquitectura de chapas.
La crisis económica mundial de 1929
impulsa el fin del modelo agroexportador y el comienzo de un lento pero
continuo avance hacia la sustitución de importaciones. Se genera entonces, una
naciente industria localizada en Buenos Aires y el Litoral. Las nuevas
posibilidades de trabajo atraen a gran cantidad de habitantes del interior del
país, quienes abandonan su lugar natal para buscar mejores condiciones de
vida., tal como lo sintetiza Sartelli, “Buenos
Aires, la industria y la villa miseria fueron el destino común”.5
Hacia 1940 se incrementa fuertemente la
cantidad de población de la Villa Desocupación que recibe parte de estas
migraciones. La cercanía al puerto y al ferrocarril (fuentes laborales)
constituye uno de sus principales atractivos. Las ciudades no poseían una oferta
habitacional para recibir tal cantidad de nuevos habitantes. El aumento de los
alquileres también contribuyó a buscar albergue en terrenos fiscales.
Es así que “apelando a los elementos que les brindaba una antigua arquitectura
campesina, uniendo técnicas indígenas y españolas” 6 se levantan las viviendas con los elementos
aprovechables que la ciudad ofrece, tales como cajones, bolsas, chapas de zinc,
maderas. Con el estilo espontáneo que los caracteriza, los primeros pobladores
van recibiendo a sus familiares, amigos, conocidos o simplemente
comprovincianos.
Por un proceso natural, los vecinos se
agrupaban por lugar de origen. Los migrantes pertenecientes a las comunidades
originarias se encontraron con el problema del rechazo de sus lenguas, motivo
por el cual tienden a abandonarlas.
En el ordenamiento topográfico se observa
una aparente anarquía. Sin embargo, existen espacios abiertos de uso común
donde se desarrolla una amplia vida social y comunitaria.
Alrededor de la mitad de la población
activa de las villas miseria trabajaba en la industria o en la construcción. La
elección de una u otra dependía de la ubicación geográfica de los asentamientos
en relación con la fuente de trabajo.
En esta primera etapa es interesante
destacar que las organizaciones villeras nacen
como movimiento social
reivindicativo de los derechos humanos y sociales primarios, motivados por la
urgencia y gravedad de los problemas barriales. El espíritu comunitario está
fuertemente presente; así lo recuerda un vecino: “Hicimos la Comisión vecinal, podíamos planificar, arreglar las calles,
las casas, compramos tierra para rellenar (...) Entonces había, como te puedo
decir, una cosa comunitaria, practicábamos esta parte comunitaria”.7
El protagonismo de las mujeres en la
construcción de las viviendas es fundamental dada la ausencia de los hombres
que deben trabajar en establecimientos fuera de los barrios. En la memoria de
los habitantes de las villas, estos primeros momentos quedan como ejemplos de
solidaridad y mutua ayuda.
Podemos identificar entonces, algunas
características que irán constituyendo el perfil del habitante de la villa: la
ilegalidad común frente a la tierra y una constante amenaza de desalojo. Esto
irá forjando lazos de cohesión y solidaridad entre ellos. El agrupamiento
territorial también colabora en acrecentar los vínculos de pertenencia social,
con fuerte sentimiento de arraigo a la villa.
Organización y
erradicación (1943 a 1966)
Promediando el siglo XX irrumpe en la
historia argentina un movimiento político de masas: el 17 de octubre de 1945,
ícono del origen del peronismo, tiene entre sus protagonistas a los habitantes
de las villas, dada su identidad de obreros. Al promediar 1950 el nivel de vida
de los sectores populares se incrementó notablemente, y genera su irrupción en
el mercado de consumo.
La política social llevada a cabo por el
peronismo, en el ámbito de la vivienda impulsa la construcción de 500.000
casas, con lo cual acceden a una vida digna 2.500.000 argentinos.8
En el período 1943-1949 se construyeron
35.000 viviendas, el 45,31% de éstas en Buenos Aires 9, donde se presentaba la mayor
problemática en este aspecto. Como la construcción masiva de viviendas
populares era uno de los objetivos del gobierno nacional se promulgan nuevas
leyes sobre la vivienda que contemplan instituciones dedicadas a la construcción
y organismos financieros que posibilitarían las obras.
La oposición al peronismo le atribuye el
origen de las villas miserias. Los medios de comunicación de la época expresan
esta postura. Ejemplo de esto son las editoriales del diario La Prensa, donde afirman que las causas
del origen de las villas son “fundamentalmente
políticas, un problema creado por la tiranía”.10
Esta interpretación desconoce el contexto
socioeconómico citado por el cual nacen aquellas. Surge así el mito “a las villas las inventó Perón”. Podemos afirmar, sin embargo,
que eran una realidad oculta ante los ojos de los porteños que toma un nuevo
espacio público y protagonismo político con el surgimiento del movimiento
peronista.
A consecuencia de las medidas económicas
tomadas desde 1955, luego de la caída de Perón, empeoran las condiciones de
vida del campo y las migraciones hacia Buenos Aires se intensifican y causan un crecimiento medio anual de las villas
superior al 10%.11
Hacia fines de la década del ´60 el
coordinador del Ministerio de Bienestar Social da los siguientes porcentajes
sobre el origen de la población villera: 32% nacieron en Buenos Aires; 21% en Corrientes,
Entre Ríos y Misiones; 21% en Catamarca, La Rioja, Jujuy y Tucumán; 10 % en
Chaco y Formosa; 12% en otras provincias argentinas, y el 4% en el extranjero.12 En
esta coyuntura se constituyen organizaciones villeras de mayor alcance
político, que superan las agrupaciones espontáneas, características de la
primera etapa ya explicada
En 1958 nace la Federación de barrios y villas de emergencia de la Capital Federal,
con fuerte apoyo del Partido Comunista. A pesar de esta incursión
del Partido Comunista en las villas y de su importancia para la organización
del primer frente villero institucionalizado, la repercusión política es baja:
los villeros reconocen en la jornada del 17 de octubre la fundación de su
identidad política.
Las organizaciones villeras se
interrelacionan así, con los partidos políticos, y también con el Estado mismo.
Desde la Municipalidad de Buenos Aires en 1956 se crea la Comisión Municipal de Vivienda (CMV), financiada por un plan del
Banco Interamericano de Desarrollo.
En estos años, la violencia
contra las villas aumenta constantemente acorde con la represión de los
sectores populares peronistas. Razzias policiales, incendios provocados, fueron
algunas de las formas de agresión.
Desde
la CMV se elabora el primer Plan de
Erradicación de las villas miseria. El mismo consistía en desalojar por la
fuerza a las poblaciones villeras, sin considerar en la mayoría de los casos el
destino de estas familias.
En
1958 durante el gobierno de Frondizi, la Comisión de erradicación de villas de
emergencia fomentó la creación de los Barrios
Ceve. Las viviendas estaban construidas con chapas de cinc curvadas (por lo
cual fueron bautizadas como medios caños),
totalmente inadecuadas tanto para invierno como para verano.
Bajo el gobierno de Illia se sanciona la
Ley 16.601: el Plan piloto para la
erradicación de Villas de Emergencia 5, 6 y 18 del Parque Almirante Brown.
Dicha Ley establecía que la financiación de las viviendas la realizaría el
estado y los habitantes de las villas pagarían un porcentaje ajustado al
salario vital y móvil.
Para instrumentar el Plan en 1965 dicta la
Ordenanza Municipal N º 20.220 que propone formar Centros de comunidad para
estimular “una acción de organización y
desarrollo de la comunidad, a fin de lograr las condiciones que posibiliten la
erradicación.”13.
Estos centros
de comunidad asumen funciones sociales (obras de infraestructuras,
espectáculos culturales y deportivos), sanitarias (campañas de vacunación y
atención sanitaria) y educativas (campañas de alfabetización, colonias de
vacaciones).
En el gobierno de Illia no se concreta
este programa, dada la interrupción democrática en el país, pero comienzan las
obras de mejoramiento y trabajo comunitario que logran en los barrios la
colocación de surtidores de agua, calles internas, redes de alumbrado público,
campañas de vacunación, entre otras cosas.
Por otro lado, en esta etapa se produce el
reconocimiento oficial de la Federación
de villas y barrios de emergencia, que se convierte en interlocutora válida
frente al Ejecutivo Nacional.
A partir de la década del ´60 la población
villera aumenta constantemente: en 1956 se calcula que asciende a 33.920
personas. Entre los años 1962-1967 la tasa media de crecimiento trepa al 20 % y
en 1970 el Censo Nacional releva una cifra de 109.651 habitantes. 14
Organización y
resistencia frente a los Planes de Erradicación (1966 a 1973)
Durante la dictadura de Juan Carlos
Onganía (1966- 1970) se construye un Estado autoritario que busca la
reproducción de las relaciones sociales capitalistas. Desde esta óptica realiza
una política de vivienda favorable a los sectores financieros e industriales de
mayor concentración de capital del país y sobre todo a las empresas
extranjeras. En esta coyuntura se
sanciona la Ley Nacional 17.605“Plan de
erradicación de las villas de emergencia de la Capital Federal y del Gran
Buenos Aires” (PEVE). Desde el gobierno no se reconoce a las organizaciones
villeras existentes, y se otorga la dirección y ejecución del proyecto a equipos de trabajadores sociales,
vinculados a una concepción asistencialista.
La primera medida tomada es la prohibición
por ley para ampliar o construir nuevas viviendas en las villas y aceptar a
nuevos pobladores. Se genera, además, un plan mucho más ambicioso, mediante la
propuesta de dar una solución habitacional a 70.000 familias, es decir a casi
280.000 habitantes. Este plan consistía en transportar por la fuerza a las
familias en camiones del ejército (previa desinfección) y reubicarlos sin tener
en cuenta los lazos comunitarios existentes. Las pertenencias que quedaban por
lo general en las antiguas viviendas eran destruidas. Con respecto a la
reubicación, se separa y dispersa de su núcleo de pertenencia a los dirigentes
de distintas organizaciones sociales. Además, los inmigrantes de países
limítrofes son expulsados a sus lugares de origen.
El traslado a los núcleos habitacionales definitivos no alcanza a la mayoría de los
habitantes villeros que se ven imposibilitados de acceder a las cuotas de estos
planes. El órgano encargado de llevar esta política adelante, la C.M.V., es
transformado y equipado para tal tarea con una fuerza de seguridad propia. La
resistencia a las políticas del gobierno se articuló desde la Federación de villas y las juntas de
delegados15, que aparecen
como alternativa de resistencia, e intentan realizar alianzas con otros actores
sociales del momento.
Las organizaciones villeras enfrentadas al
Estado, buscan apoyos en la sociedad civil, especialmente en el movimiento
obrero y en los sacerdotes tercermundistas. La relación con ellos se afianza a
partir de 1969, cuando se constituye el equipo de curas villeros o Equipo pastoral para las villas de
emergencia (EPV).
Todos los curas villeros participaron del Movimiento de sacerdotes para el Tercer
Mundo. Desde allí buscaban luchar contra la injusticia con la urgencia y
radicalidad que exigía la situación de pobreza en el Tercer Mundo.
Se acercarán a las villas gran cantidad de
jóvenes movidos por los aires revolucionarios de América Latina de aquel
entonces. Las relaciones entre los sacerdotes tercermundistas y el movimiento
obrero -en particular con la CGT de los Argentinos encabezada por
Raimundo Ongaro resulta clave para denunciar los atropellos de los planes de
erradicación del gobierno de Onganía. Estos fracasan ya que no apuntaban a
solucionar las verdaderas causas de la miseria en la sociedad argentina.
Frente a estas circunstancias, las
organizaciones villeras comienzan a elaborar un proyecto propio con el fin de
convertir las villas miseria en barrios obreros. Piden así que se les entreguen
los terrenos sobre los cuales estaban construidas sus casas, es decir, la
“radicación”.
Las condiciones políticas en Argentina
comienzan a cambiar hacia 1969. Después del Cordobazo, la participación de los
sectores populares aumenta notablemente.
Nace así en 1972 el Frente villero de liberación nacional, que se movilizan
políticamente a favor de la reapertura democrática y el regreso del Gral.
Perón, exiliado en España.
La consigna básica de este grupo es
“transformar las villas de emergencia en barrios obreros”. Se reclama la
asignación de fondos para construir viviendas obreras con mano de obra de sus
habitantes, de créditos y la anulación de la ley de congelamiento de las
villas.
Los planes de vivienda durante este
período están impregnados por el espíritu hacia la reapertura democrática. Los
distintos sectores sociales y políticos -hasta el momento fuertemente
reprimidos- aprecian el nuevo ámbito de participación. En la búsqueda de
mayores espacios de poder, no están ausentes las luchas de las distintas
fuerzas políticas y facciones dentro de un mismo frente. A nivel nacional, se
crea en 1972 el Fondo nacional de
vivienda (FONAVI), dependiente del Ministerio de Bienestar Social, a través
del cual se encauzan los fondos destinados a planes de vivienda.
Desde la Municipalidad de la Ciudad de
Buenos Aires, bajo el mandato del Intendente Montero Ruiz, es impulsado un
nuevo proyecto a partir de un plan
piloto en la Villa 7. Comienza a
producirse la participación de las organizaciones villeras prexistentes en los
planes de construcción a partir de cooperativas y de una empresa estatal. El
proyecto de las organizaciones villeras es considerado factor clave en las
decisiones de la CMV (Comisión municipal de vivienda).
Uno de los proyectos, del Barrio Justo
Juárez (Villa 7) se diferencia de la política anterior de erradicación de las
villas de emergencia. Su elaboración privilegia el diálogo con los habitantes
de la villa y no el beneficio de grandes empresas constructoras. Para la
construcción de las viviendas son contratados desocupados de la misma villa
teniendo en cuenta capacitación técnica, cargas familiares y tiempo de
desocupación. Las viviendas podrían comprarse en cuotas con un bajo porcentaje
del ingreso familiar de los habitantes.
La relación entre los habitantes de la
villa y los trabajadores de la C.M.V. desemboca en la formación de las mesas de trabajo. En sus memorias, los
arquitectos a cargo del proyecto recuerdan la evolución de la relación entre ambos
grupos, ya que éstos eran mirados con recelo por los villeros, pero en el
análisis conjunto fueron ganando confianza.
Las características consensuadas para las
nuevas viviendas eran: romper la monotonía de los edificios multitudinarios,
que los villeros consideraban como “nichos de Chacarita”, por lo tanto, se
realizarían diferentes edificios de distintas formas y tamaños; dar lugar para
calles internas y un patio común para recreación y como lugar de reunión (la
dimensión comunitaria no podía estar ausente); construir ambientes amplios,
iluminados, asoleados, con posibilidad de cambios internos y crecimiento.
También fue un pedido unánime contar con un espacio exterior propio para cada
vivienda.
Tal vez, la reflexión de Ratier, testigo
del espíritu vivido en esta época, sintetiza las posturas de aquellos que iban
a trabajar a las villas: “Ya los técnicos
no venimos a ayudarlos a emerger; tampoco como los maestros los impulsaremos
hacia la ´verdadera salida´, desviándolos de su adhesión al populismo. Tampoco
meros alumnos dispuestos a ´aprender de las bases´ y marchar detrás de ellos.
Somos, simplemente, compañeros, construyendo juntos una alternativa popular”.16
Entre la ilusión y
la decepción (1973-1776)
El movimiento villero durante esta etapa
participa activamente en la campaña presidencial de Cámpora en 1973. Así, el Frente villero de liberación nacional se
une al Movimiento villero peronista
(MVP), promovido por Montoneros. Muchos de sus participantes afirman que en
este momento el Frente pierde horizontalidad y comienza a ser dirigido “desde
arriba” en el contexto de la política de masas llevada adelante por la Tendencia revolucionaria (ala izquierda
del Movimiento peronista).
Con Cámpora en el gobierno son
fortalecidas las mesas de trabajo.
Se implementa el Operativo Dorrego, con el propósito de lograr el trabajo en
conjunto del Ejército y de la Juventud Peronista para el mejoramiento de las
villas miseria, especialmente las zonas inundadas de la Provincia de Buenos
Aires.
El Presidente Perón designa en 1973 a
López Rega como Ministro de bienestar social. Le ofrecen al sacerdote
tercermundista Carlos Mugica ser asesor allí. El sacerdote acepta pensando que
de esta manera podrá contribuir a que se tomen políticas favorables a los
villeros.
El ministro López Rega anuncia entonces un
plan de construcción de 500.000 viviendas. Al año siguiente desde el Ministerio
les ofrecen a los habitantes de la Villa 31 (Retiro) el traslado a monoblocs de
Ciudadela. Las comisiones vecinales de cada sector de la villa eran coordinadas
por una Junta de delegados de los barrios de emergencia de Retiro. La Juventud
peronista se enfrenta con el Ministerio de bienestar social y busca influir
sobre la Junta. Sus representantes le habían presentado a Perón su proyecto
para remodelar la villa con la construcción de mejores viviendas, pero Perón lo
objeta. Según el sacerdote Vernazza 17 esta diferencia fue utilizada por la Juventud
peronista para enfrentar a los villeros con el MBS. Se organiza entonces una
marcha contra el ministerio y en el enfrentamiento con la policía muere un
vecino de la villa. Frente a estos acontecimientos Carlos Mugica decide alejarse
del MBS y a la vez diferenciarse de los sectores más radicales de la J. P.
En este contexto las mesas de trabajo
expresan su desesperanza en el gobierno popular, ya que se producen
designaciones de funcionarios que habían sido parte de la dictadura, cuyo
objetivo real era la desactivación de la Comisión. Se decide entonces la
transferencia de tierras de la C.M.V. al M.B.S., reforzando el proyecto de
erradicación de las villas miseria, en contra de la participación popular.
En 1973 son cambiados los directores de la
C.M.V., remplazados por personajes del peronismo sin experiencia en el área de
vivienda y lejanos al proyecto de la juventud que trabajaba en la misma
institución. En 1974 se concreta la desarticulación de la CMV y también del
Movimiento villero que, silenciado, comienza lentamente a desmembrarse.18
Simultáneamente se inicia un agotamiento de los grupos de las mesas de trabajo
de la Comisión. Frente a la ausencia de
planes de vivienda la C.M.V. es condenada a la desaparición. Desatendidos por
el Ministerio de bienestar social y enfrentados con las cúpulas sindicales,
cada vez más se achicaban sus márgenes de acción.
La desarticulación
social: las villas miseria de 1976 hasta la actualidad
A partir del 24 de marzo de 1976 la
represión sobre las villas es especialmente feroz, en los dos primeros años del
Proceso de reorganización nacional se llevaron adelante planes de erradicación
compulsiva, destruyendo no sólo las organizaciones sino también la
infraestructura lograda por ellos, atacando en particular a los líderes o
dirigentes. Un vecino de la Villa 21
recuerda de aquella época: “Era una
erradicación por las malas porque, primero, para intimidar a la gente,
apostaron gendarmes con la policía montada; segundo, toman a la gente de la
Municipalidad con la tarea específica de tumbar las casas; por ejemplo, unas
cuadrillas de veinte tipos esperaban que el hombre se fuera a trabajar y le
volteaban la casa cuando quedaba la mujer sola con los chicos...”19
Los militares soñaban con una ciudad
ordenada, pulcra y eficiente. Desde esta concepción debían ser eliminadas las
villas de emergencia para construir autopistas y modernizar Buenos Aires,
respondiendo a razones estéticas y urbanísticas. En 1981 el Director de la
C.M.V. declara en la Revista Competencia: “Nadie
puede dudar que es deber y función de las autoridades ordenar el espacio urbano
por razones de sana convivencia y ecológicas. (...) Buenos Aires, el mostrador europeo del país, no puede ver su imagen
arruinada. Hay que darle jerarquía
internacional, hay que ordenar el espacio físico según criterios selectos, que
desplacen la pobreza o al menos que la
encubran. De tal forma de vivir en Buenos Aires sea un privilegio.”20
Como alternativas de solución frente a
estos avasallamientos, los curas villeros fomentan la creación de cooperativas para la auto construcción de
viviendas. Ejemplos de estas son las cooperativas de Retiro (Copacabana),
Barracas (Caacupé), Flores (Madre del Pueblo) y Lugano (5 de noviembre). El
objetivo de estos grupos es lograr la construcción de viviendas en terrenos
propios a través del método llamado “esfuerzo propio y ayuda mutua”. Consistía
en que todos los participantes trabajaran en la construcción de obra de todas
las viviendas con la asistencia técnica de profesionales de distinta índole.
Por esto se denomina autoconstrucción
asistida, diferenciándose de la auto
construcción espontánea.
Se debe tener en cuenta que esta
experiencia alcanza a un muy bajo porcentaje de habitantes villeros en relación
con las erradicaciones. La dictadura militar logra con éxito desarticular toda
forma de vida comunitaria y posibles respuestas colectivas a la situación de
violencia y exclusión que sufrían sus habitantes.
Sin embargo, estas acotadas actividades
comunitarias en el seno de la dictadura muestran la capacidad de dar respuestas
y de resistencia de los sectores más marginados de la sociedad argentina, que
se otorgan a la vez nuevas alternativas para la solución de la problemática
habitacional.
El terrorismo de Estado dejó una pesada
herencia en la vida cotidiana de toda la sociedad y de las villas en
particular: el individualismo, el resentimiento, el descreimiento, la
desconfianza, la agresividad, el individualismo, el silencio, el miedo y la
violencia. El modelo económico impuesto por la dictadura condena a la población
villera a la pobreza y la marginación.
Con el regreso de la democracia las villas
erradicadas vuelven a poblarse. Los antiguos habitantes que no habían
encontrado un lugar mejor, regresan a sus anteriores terrenos, incluso si
tienen que levantar las casillas nuevamente. Se suma además la llegada de gran
cantidad de inmigrantes de países limítrofes, en particular en la década del
´90.
En la actualidad, la gran mayoría de los
asentamientos se encuentran en el sur de la Ciudad (por ejemplo, Villa Soldati,
Villa 15, Villa Lugano, Complejo Piedrabuena, Illia, Los Pinos, Barrio Obrero,
Bermejo, La Fábrica, Villa 20, entre otros).21 Es también la zona de mayor
índice de enfermedades respiratorias y digestivas relacionas a la desnutrición.
La característica diferencial en esta
etapa histórica es la situación laboral de los vecinos de la villa: los
trabajadores son desplazados del mercado laboral formal, resultado del proceso
neoliberal de las últimas décadas. El índice de desocupación aumenta
notablemente, por lo cual sus pobladores se convierten en beneficiarios de
Planes de Jefes y Jefas de Hogar.
Sin embargo, la mayoría de los habitantes
no recibe esa ayuda estatal. Muchos inician entonces la recolección informal de
residuos como una forma de supervivencia. En muchas villas aparecen
agrupaciones cooperativas que logran mejorar las condiciones de esta labor. La
precariedad del trabajo es absoluta y, como resultado de la necesidad de
subsistencia, incorpora a niños y ancianos.
La respuesta generalizada a esta pobreza
estructural comienza a relacionarse con venta de drogas, robo, pungueo o
mendicidad; medios alternativos para conseguir subsistir. La instalación del
delito resulta una consecuencia de este fenómeno. Aumenta de esta forma, la
violencia horizontal bajo la forma de robos, enfrentamientos de bandas por
control territorial, por negocios ilegales o la conducción del barrio.
En
particular los habitantes que cuentan con trabajo estable son víctimas de
continuos asaltos o de “cobros de peaje” y sufren una violencia cotidiana en
sus mismos barrios. Los grupos de jóvenes son los protagonistas de este tipo de
actos delictivos, ya que por estar fuera del sistema educativo y sin
perspectivas de trabajo formal, encuentran en la formación de estas pandillas
su medio de vida.
Esto
genera un clima de “inseguridad” permanente entre los vecinos de las villas,
identificado por ellos mismos como su principal problema. El ingreso de la
droga en los barrios aumenta la grave situación: altera las normas de
convivencia tradicionales y quiebra los “códigos” hasta el momento aceptados.
La
cumbia villera surgida en la década de los ´90 aparece como un fenómeno
cultural que convierte la estigmatización que hace el resto de la sociedad en
connotación positiva y desde ahí, en la afirmación de su identidad.
La fragmentación social se expresa
entonces en la “guerra entre pobres”, que trae como consecuencia la
imposibilidad de unión de los grupos desfavorecidos en búsqueda de soluciones
conjuntas.
A pesar de la desarticulación de los
vínculos sociales en las villas sigue existiendo gran cantidad de
organizaciones que actúan como mediadoras de la ayuda que ofrece el Estado y la
sociedad civil: la Iglesia católica, los comedores y las organizaciones
vecinales.
En 1987 resurge una institución que articula
las demandas villeras: se reconstituye el Movimientos
de villas y barrios carenciados de la Capital Federal (M.V.B.C). Su marco
de acción alcanza a 14 villas de
Capital Federal de 120.000 habitantes aproximadamente. Sin embargo, estos
proyectos tienen un alcance limitado. La mayoría de las familias depende de
ayudas estatales o privadas para la supervivencia, y se generan así fuertes
relaciones clientelares.
Reflexiones
finales
La historia de los vecinos de las Villas
Miseria es atravesada por una constante: la búsqueda de soluciones a
problemáticas básicas para la supervivencia. En esa búsqueda se irán
politizando y acercándose a diferentes actores sociales. A pesar de las
coyunturas políticas desfavorables -tales como la última dictadura militar y
contextos socioeconómicos adversos-, las organizaciones villeras logran
impulsar nuevas propuestas como las cooperativas de autoconstrucción.
El Estado en general tendió a mantener el statu
quo de los asentamientos y de las relaciones sociales entre sus habitantes y el
resto de la sociedad porteña. No se tuvo en cuenta el problema habitacional
como parte integral de un conflicto mucho más amplio, la insatisfacción de las
necesidades básicas de la población villera. El pobre carece de todo, no se
puede solucionar el tema vivienda sin abordar la problemática social en su
totalidad.
El modelo neoliberal implementado desde
1976 y profundizado en las décadas posteriores aumentó la polarización social y
con ella la exclusión de los sectores villeros.
Entre las estrategias para enfrentar estas
profundas problemáticas aparece la radicación de las villas a partir de planes
de urbanización para abrir calles, instalar servicios públicos, entre otros. Sin
embargo, resulta evidente que con sólo un programa de mejoramiento de las
condiciones objetivas de la población no puede resolverse el problema
habitacional: trabajo, salud y educación, deben ser las claves para la
inclusión de estos sectores en la sociedad. Claro
está que dependerá del proyecto político nacional y del lugar que ocupen en
éste, los excluidos del sistema.
1 Artículo publicado
en Toda historia, Buenos Aires, noviembre, 2008, ganador del Primer Premio del
Concurso "Vivir en Buenos Aires, 2008.
2 ZICCARDI,
“Políticas de vivienda y movimientos urbanos. El caso de Buenos Aires
(1963-1973)”. Documento de trabajo, CEUR-ITDT, Buenos Aires, 1977.
3 Vecino de la Villa
19 INTA, citado en GONZÁLEZ, Lidia; PAREDES, Daniel. Las “villas miseria” de
Buenos aires: la construcción del espacio barrial. En Voces Recobradas, Revista
de Historia Oral Nº 14, Instituto Histórico. Eudeba, Buenos Aires, 1999. Pág.
34.
4 Fuente:
Sindicatura del Gobierno de la Ciudad. Informe especial UPE Nº 3: Asentamientos
precarios, Villas, NHT, Inmuebles intrusados, Barrios Municipales y Complejos
habitacionales. 2006.
5 SARTELLI, E. “Ríos
de oro y gigantes de acero. Tecnología y clases sociales en la región pampeana
(1870- 1940” en Razón y Revolución.
Buenos Aires, invierno de 1997, número 3. Pág. 11.
6 RATIER, Hugo. Villeros y villas miseria. Centro Editor
de América Latina. Buenos Aires, 1972. Pág. 14.
7 Vecino de la Villa
1-11-14, citado en GONZÁLES. Op cit. Pág. 33.
8 HERNÁNDEZ ARRIEGUI, José. La formación de la conciencia nacional
(1930-1960). Buenos Aires, Hachea, 1970.
9 LECUONA, Diego Eugenio. Legislación sobre locaciones urbanas y el
problema de la vivienda. Centro Editor de América Latina, Buenos Aires,
1992. Pág. 12.
10 LA PRENSA. 18/8/70. Pág. 8.
11 RATIER, H. Op.cit Pág. 33.
12 La Razón. 5/8/70. Pág. 8.
13 Ordenanza Municipal 20.220. Art.
4. Boletín Municipal 12.587, 9-6-1965.
14 BELLARDI, Marta; DE PAULA, Aldo. Villas Miseria: origen, erradicación y
respuestas populares. Centro Editor de América Latina, Buenos Aires, 1986.
Pág. 13.
15 Sobre este tema indagan DÁVALOS, P; JABBAZ, M.;
MOLINA, E. en Movimiento villero y Estado
(1966 – 1976). Centro Editor de América Latina, Buenos Aires, 1987.
16 RATIER. Op cit. Pág. 98
17 Ver VERNAZZA, Jorge. Para comprender una vida con los pobres: los
curas villeros. Guadalupe, Buenos Aires, 1989.
18 En este análisis avanza Ziccardi
en su texto “El tercer gobierno peronista
y las villas miseria de la ciudad de Buenos Aires (1973-1976). Universidad
Autónoma de México, 1983.
19 GUTIERREZ. Op cit. Pág. 79. La forma intimidatoria y violenta con la
que se implementan estos planes de erradicación tienen como fin desarticular la
vida comunitaria de las villas: se destruyeron comedores, salones comunitarios,
guarderías, centros de educación, entre otros
20 GUTIÉRREZ. Op Cit. Pág. 80. El
subrayado es nuestro.
21 Ver mapa adjunto, localización de
Villas Miseria en la actualidad.
Bibliografía
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Roberto. Documentos 1970-1976. De la
guerrilla peronista al gobierno popular. Avellaneda, de la campana, 1996.
Tomo I y II
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Marta; DE PAULA, Aldo. Villas Miseria:
origen, erradicación y respuestas populares. Centro Editor de América
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Lidia; PAREDES, Daniel. “Las ‘villas
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VERNAZZA,
Jorge. Para comprender una vida con los
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ZICCARDI,
Alicia. (Comp.) Pobreza, desigualdad
social y ciudadanía. Los límites de las políticas sociales en América Latina.
CLACSO, Buenos Aires, 2001.
NOTA: Cedido por la autora para su publicación en el blog
del CEHPNAL.
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