jueves, 9 de julio de 2020

Vivir en la villa miseria


Vivir en la villa miseria 1
Por Mara Espasande

Historiadora, directora del Centro de Integración Latinoamericana "Manuel Ugarte" de la UNLa Es Licenciada en Historia por la Universidad Nacional de Luján (UNLu) y Profesora en Historia por el Instituto Sagrado Corazón de Almagro y Se desempeñó como docente en Educación media y en institutos de formación docente de la Provincia de Buenos Aires y de CABA. En el ámbito universitario desarrolló su tarea docente en el Instituto de Servicio Exterior de la Nación (ISEN), la Universidad de Buenos Aires (UBA), la Universidad Provincial de Ezeiza (UPE), la Universidad Pedagógica (UNIPE), la Universidad Popular Madres de Plaza de Mayo (UPMPM) y la Universidad Nacional de Avellaneda (UNDAV). Fue consultora pedagógica de la DINIECe, Ministerio de Educación de Nación, en evaluación de la calidad educativa en Ciencias Sociales. Ha publicado diversos trabajos sobre historia argentina y latinoamericana. Fue coordinadora del “Atlas Histórico de América Latina y el Caribe. Aportes para la descolonización pedagógica y cultural”, obra dirigida por Ana Jaramillo y editada por Edunla. Actualmente es profesora adjunta del Seminario de Pensamiento Nacional y Latinoamericano de la Universidad Nacional de Lanús (UNLa) y directora del Centro de Estudios de Integración Latinoamericana “Manuel Ugarte” de la misma Universidad.





Introducción
 “Atención, porteño a esta Villa Miseria: cementerio de sueños de cabecitas negras. De aquí parte el grito, lamento profundo que marca un hito en la miseria del mundo. Es un grito de rabia de dolor y de pena, que bulle en la savia de nuestras venas. Dolor hermano de tierra adentro con la misma sangre que llevas adentro. Pena de sabernos por pobres, menos, y que quieren tenernos socialmente ajenos. Pero entiende antes: NO SOMOS PARIAS, somos inmigrantes en nuestra propia Patria.”  Chilimino (Poeta villero)
El poema presenta una problemática relevante en la historia argentina: la exclusión social encarnada en los habitantes de las llamadas “villas miseria”. En nuestra historia encontramos numerosos ejemplos que ilustran el sentir del poeta villero: la sociedad argentina en general y la porteña en particular han mirado con menosprecio a quienes llegan a Buenos Aires desde el interior buscando nuevos medios de vida. “Inmigrantes en nuestra propia Patria” representa el sentir de aquellos, que desde 1930, han abandonado su lugar natal añorando un trabajo y una vida más digna. 
Desde entonces, las villas miseria crecerán en forma permanente hasta nuestros días, develando las desigualdades y contradicciones de nuestra sociedad. Alicia Ziccardi las ha caracterizado como “enclaves urbanos de la pobreza”, que se constituyen a partir de “las particularidades de un conjunto de individuos y familias que participan de una común precariedad en la vivienda, una común ausencia de equipamiento colectivo, una común ilegitimidad en el uso del suelo encerrado en límites geográficos fácilmente perceptibles…”.2
El término “Villa miseria” aparece por primera vez en 1957 en la novela de Bernardo Verbitsky Villa miseria también es América, que denuncia el surgimiento de estos barrios miserables como consecuencia del empobrecimiento del país. El habitante de los asentamientos es -desde el comienzo- discriminado por su condición, tratado como intruso en la ciudad. Un vecino reflexiona “sentir que porque vivimos en una villa no somos menos que otros. Eso es lo difícil (...) Porque primero te discriminan y luego te autodiscriminás... Te lo marcan tanto que te lo crees.3                                       
Según el INDEC y el Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires en 1993 la población de las villas en Capital no superaba las 52.000 personas; en los últimos datos oficiales del 2006 esta cifra se eleva a 182.577 personas 4.  También informan que el 61 % de los adultos de las villas son desocupados. No sólo aumentó vertiginosamente la cantidad de pobladores, sino que aparecieron ocho nuevos asentamientos: la zona más afectada el cordón sur de la Capital. El 95 % de las familias están ubicadas en terrenos insalubres, degradados o contaminados.
A partir del surgimiento de las villas miserias en 1930, en las distintas etapas de su evolución histórica, se modifica sustancialmente la vida de estos habitantes de las villas
miseria, y también del resto de los vecinos de la Ciudad de Buenos Aires. Las formas de organización social, la relación con el Estado, la Iglesia, los Partidos Políticos, el Movimiento Obrero y la sociedad en general fueron determinando la forma de vida peculiar de cada etapa de la historia argentina.
Analizaremos estas complejas relaciones a partir de un recorrido histórico desde la aparición de las villas miseria hasta la actualidad. Indagaremos la forma de vida de los habitantes de las villas miseria, su cotidianidad, sus ideas, percepciones, problemas y luchas.


Origen y radicación (1930-1943)

Las villas representan, sociológicamente, la continuación de los conventillos. La inmigración europea, llegada en forma masiva desde finales del siglo XIX, se encuentra con la paradoja que el desierto ya poseía dueño y que no podía acceder a la propiedad de la tierra. El hacinamiento en las viejas casonas coloniales abandonadas por la clase alta luego de la fiebre amarilla, convertidas en conventillos, es característico de esta época.
En 1930 como consecuencia de la crisis económica mundial aumenta notablemente la desocupación en la Argentina. Muchas familias sin posibilidad de continuar pagando un inquilinato o incluso conventillo comienzan a construir precarias viviendas en terrenos fiscales. Aparecen así las primeras villas miseria: Villa Desocupación en Puerto Nuevo (Retiro) funda la tradición de las ollas populares y la peculiar arquitectura de chapas.
La crisis económica mundial de 1929 impulsa el fin del modelo agroexportador y el comienzo de un lento pero continuo avance hacia la sustitución de importaciones. Se genera entonces, una naciente industria localizada en Buenos Aires y el Litoral. Las nuevas posibilidades de trabajo atraen a gran cantidad de habitantes del interior del país, quienes abandonan su lugar natal para buscar mejores condiciones de vida., tal como lo sintetiza Sartelli, “Buenos Aires, la industria y la villa miseria fueron el destino común”.5
Hacia 1940 se incrementa fuertemente la cantidad de población de la Villa Desocupación que recibe parte de estas migraciones. La cercanía al puerto y al ferrocarril (fuentes laborales) constituye uno de sus principales atractivos.       Las ciudades no poseían una oferta habitacional para recibir tal cantidad de nuevos habitantes. El aumento de los alquileres también contribuyó a buscar albergue en terrenos fiscales.
Es así que “apelando a los elementos que les brindaba una antigua arquitectura campesina, uniendo técnicas indígenas y españolas” 6 se levantan las viviendas con los elementos aprovechables que la ciudad ofrece, tales como cajones, bolsas, chapas de zinc, maderas. Con el estilo espontáneo que los caracteriza, los primeros pobladores van recibiendo a sus familiares, amigos, conocidos o simplemente comprovincianos.
Por un proceso natural, los vecinos se agrupaban por lugar de origen. Los migrantes pertenecientes a las comunidades originarias se encontraron con el problema del rechazo de sus lenguas, motivo por el cual tienden a abandonarlas.
En el ordenamiento topográfico se observa una aparente anarquía. Sin embargo, existen espacios abiertos de uso común donde se desarrolla una amplia vida social y comunitaria.
Alrededor de la mitad de la población activa de las villas miseria trabajaba en la industria o en la construcción. La elección de una u otra dependía de la ubicación geográfica de los asentamientos en relación con la fuente de trabajo.
En esta primera etapa es interesante destacar que las organizaciones villeras nacen
como movimiento social reivindicativo de los derechos humanos y sociales primarios, motivados por la urgencia y gravedad de los problemas barriales. El espíritu comunitario está fuertemente presente; así lo recuerda un vecino: “Hicimos la Comisión vecinal, podíamos planificar, arreglar las calles, las casas, compramos tierra para rellenar (...) Entonces había, como te puedo decir, una cosa comunitaria, practicábamos esta parte comunitaria”.7
El protagonismo de las mujeres en la construcción de las viviendas es fundamental dada la ausencia de los hombres que deben trabajar en establecimientos fuera de los barrios. En la memoria de los habitantes de las villas, estos primeros momentos quedan como ejemplos de solidaridad y mutua ayuda.
Podemos identificar entonces, algunas características que irán constituyendo el perfil del habitante de la villa: la ilegalidad común frente a la tierra y una constante amenaza de desalojo. Esto irá forjando lazos de cohesión y solidaridad entre ellos. El agrupamiento territorial también colabora en acrecentar los vínculos de pertenencia social, con fuerte sentimiento de arraigo a la villa.

Organización y erradicación (1943 a 1966)

Promediando el siglo XX irrumpe en la historia argentina un movimiento político de masas: el 17 de octubre de 1945, ícono del origen del peronismo, tiene entre sus protagonistas a los habitantes de las villas, dada su identidad de obreros. Al promediar 1950 el nivel de vida de los sectores populares se incrementó notablemente, y genera su irrupción en el mercado de consumo.
La política social llevada a cabo por el peronismo, en el ámbito de la vivienda impulsa la construcción de 500.000 casas, con lo cual acceden a una vida digna 2.500.000 argentinos.8
En el período 1943-1949 se construyeron 35.000 viviendas, el 45,31% de éstas en Buenos Aires 9, donde se presentaba la mayor problemática en este aspecto. Como la construcción masiva de viviendas populares era uno de los objetivos del gobierno nacional se promulgan nuevas leyes sobre la vivienda que contemplan instituciones dedicadas a la construcción y organismos financieros que posibilitarían las obras.
La oposición al peronismo le atribuye el origen de las villas miserias. Los medios de comunicación de la época expresan esta postura. Ejemplo de esto son las editoriales del diario La Prensa, donde afirman que las causas del origen de las villas son “fundamentalmente políticas, un problema creado por la tiranía”.10
Esta interpretación desconoce el contexto socioeconómico citado por el cual nacen aquellas. Surge así el mito “a las villas las inventó Perón”. Podemos afirmar, sin embargo, que eran una realidad oculta ante los ojos de los porteños que toma un nuevo espacio público y protagonismo político con el surgimiento del movimiento peronista.
A consecuencia de las medidas económicas tomadas desde 1955, luego de la caída de Perón, empeoran las condiciones de vida del campo y las migraciones hacia Buenos Aires se intensifican y causan un crecimiento medio anual de las villas superior al 10%.11
Hacia fines de la década del ´60 el coordinador del Ministerio de Bienestar Social da los siguientes porcentajes sobre el origen de la población villera: 32% nacieron en Buenos Aires; 21% en Corrientes, Entre Ríos y Misiones; 21% en Catamarca, La Rioja, Jujuy y Tucumán; 10 % en Chaco y Formosa; 12% en otras provincias argentinas, y el 4% en el extranjero.12 En esta coyuntura se constituyen organizaciones villeras de mayor alcance político, que superan las agrupaciones espontáneas, características de la primera etapa ya explicada  
En 1958 nace la Federación de barrios y villas de emergencia de la Capital Federal, con fuerte apoyo del Partido Comunista. A pesar de esta incursión del Partido Comunista en las villas y de su importancia para la organización del primer frente villero institucionalizado, la repercusión política es baja: los villeros reconocen en la jornada del 17 de octubre la fundación de su identidad política.
Las organizaciones villeras se interrelacionan así, con los partidos políticos, y también con el Estado mismo. Desde la Municipalidad de Buenos Aires en 1956 se crea la Comisión Municipal de Vivienda (CMV), financiada por un plan del Banco Interamericano de Desarrollo.
              En estos años, la violencia contra las villas aumenta constantemente acorde con la represión de los sectores populares peronistas. Razzias policiales, incendios provocados, fueron algunas de las formas de agresión.
Desde la CMV se elabora el primer Plan de Erradicación de las villas miseria. El mismo consistía en desalojar por la fuerza a las poblaciones villeras, sin considerar en la mayoría de los casos el destino de estas familias.
            En 1958 durante el gobierno de Frondizi, la Comisión de erradicación de villas de emergencia fomentó la creación de los Barrios Ceve. Las viviendas estaban construidas con chapas de cinc curvadas (por lo cual fueron bautizadas como medios caños), totalmente inadecuadas tanto para invierno como para verano.
Bajo el gobierno de Illia se sanciona la Ley 16.601: el Plan piloto para la erradicación de Villas de Emergencia 5, 6 y 18 del Parque Almirante Brown. Dicha Ley establecía que la financiación de las viviendas la realizaría el estado y los habitantes de las villas pagarían un porcentaje ajustado al salario vital y móvil.
Para instrumentar el Plan en 1965 dicta la Ordenanza Municipal N º 20.220 que propone formar Centros de comunidad para estimular “una acción de organización y desarrollo de la comunidad, a fin de lograr las condiciones que posibiliten la erradicación.”13.
Estos centros de comunidad asumen funciones sociales (obras de infraestructuras, espectáculos culturales y deportivos), sanitarias (campañas de vacunación y atención sanitaria) y educativas (campañas de alfabetización, colonias de vacaciones).
En el gobierno de Illia no se concreta este programa, dada la interrupción democrática en el país, pero comienzan las obras de mejoramiento y trabajo comunitario que logran en los barrios la colocación de surtidores de agua, calles internas, redes de alumbrado público, campañas de vacunación, entre otras cosas.
Por otro lado, en esta etapa se produce el reconocimiento oficial de la Federación de villas y barrios de emergencia, que se convierte en interlocutora válida frente al Ejecutivo Nacional.
A partir de la década del ´60 la población villera aumenta constantemente: en 1956 se calcula que asciende a 33.920 personas. Entre los años 1962-1967 la tasa media de crecimiento trepa al 20 % y en 1970 el Censo Nacional releva una cifra de 109.651 habitantes. 14

Organización y resistencia frente a los Planes de Erradicación (1966 a 1973)

Durante la dictadura de Juan Carlos Onganía (1966- 1970) se construye un Estado autoritario que busca la reproducción de las relaciones sociales capitalistas. Desde esta óptica realiza una política de vivienda favorable a los sectores financieros e industriales de mayor concentración de capital del país y sobre todo a las empresas extranjeras.  En esta coyuntura se sanciona la Ley Nacional 17.605“Plan de erradicación de las villas de emergencia de la Capital Federal y del Gran Buenos Aires” (PEVE). Desde el gobierno no se reconoce a las organizaciones villeras existentes, y se otorga la dirección y ejecución del proyecto a equipos de trabajadores sociales, vinculados a una concepción asistencialista.
La primera medida tomada es la prohibición por ley para ampliar o construir nuevas viviendas en las villas y aceptar a nuevos pobladores. Se genera, además, un plan mucho más ambicioso, mediante la propuesta de dar una solución habitacional a 70.000 familias, es decir a casi 280.000 habitantes. Este plan consistía en transportar por la fuerza a las familias en camiones del ejército (previa desinfección) y reubicarlos sin tener en cuenta los lazos comunitarios existentes. Las pertenencias que quedaban por lo general en las antiguas viviendas eran destruidas. Con respecto a la reubicación, se separa y dispersa de su núcleo de pertenencia a los dirigentes de distintas organizaciones sociales. Además, los inmigrantes de países limítrofes son expulsados a sus lugares de origen.
El traslado a los núcleos habitacionales definitivos no alcanza a la mayoría de los habitantes villeros que se ven imposibilitados de acceder a las cuotas de estos planes. El órgano encargado de llevar esta política adelante, la C.M.V., es transformado y equipado para tal tarea con una fuerza de seguridad propia. La resistencia a las políticas del gobierno se articuló desde la Federación de villas y las juntas de delegados15, que aparecen como alternativa de resistencia, e intentan realizar alianzas con otros actores sociales del momento.
Las organizaciones villeras enfrentadas al Estado, buscan apoyos en la sociedad civil, especialmente en el movimiento obrero y en los sacerdotes tercermundistas. La relación con ellos se afianza a partir de 1969, cuando se constituye el equipo de curas villeros o Equipo pastoral para las villas de emergencia (EPV).
Todos los curas villeros participaron del Movimiento de sacerdotes para el Tercer Mundo. Desde allí buscaban luchar contra la injusticia con la urgencia y radicalidad que exigía la situación de pobreza en el Tercer Mundo.
Se acercarán a las villas gran cantidad de jóvenes movidos por los aires revolucionarios de América Latina de aquel entonces. Las relaciones entre los sacerdotes tercermundistas y el movimiento obrero -en particular con la CGT de los Argentinos encabezada por Raimundo Ongaro resulta clave para denunciar los atropellos de los planes de erradicación del gobierno de Onganía. Estos fracasan ya que no apuntaban a solucionar las verdaderas causas de la miseria en la sociedad argentina.
Frente a estas circunstancias, las organizaciones villeras comienzan a elaborar un proyecto propio con el fin de convertir las villas miseria en barrios obreros. Piden así que se les entreguen los terrenos sobre los cuales estaban construidas sus casas, es decir, la “radicación”.
Las condiciones políticas en Argentina comienzan a cambiar hacia 1969. Después del Cordobazo, la participación de los sectores populares aumenta notablemente.
Nace así en 1972 el Frente villero de liberación nacional, que se movilizan políticamente a favor de la reapertura democrática y el regreso del Gral. Perón, exiliado en España.
La consigna básica de este grupo es “transformar las villas de emergencia en barrios obreros”. Se reclama la asignación de fondos para construir viviendas obreras con mano de obra de sus habitantes, de créditos y la anulación de la ley de congelamiento de las villas.
Los planes de vivienda durante este período están impregnados por el espíritu hacia la reapertura democrática. Los distintos sectores sociales y políticos -hasta el momento fuertemente reprimidos- aprecian el nuevo ámbito de participación. En la búsqueda de mayores espacios de poder, no están ausentes las luchas de las distintas fuerzas políticas y facciones dentro de un mismo frente. A nivel nacional, se crea en 1972 el Fondo nacional de vivienda (FONAVI), dependiente del Ministerio de Bienestar Social, a través del cual se encauzan los fondos destinados a planes de vivienda.
Desde la Municipalidad de la Ciudad de Buenos Aires, bajo el mandato del Intendente Montero Ruiz, es impulsado un nuevo proyecto a partir de un plan piloto en la Villa 7. Comienza a producirse la participación de las organizaciones villeras prexistentes en los planes de construcción a partir de cooperativas y de una empresa estatal. El proyecto de las organizaciones villeras es considerado factor clave en las decisiones de la CMV (Comisión municipal de vivienda).
Uno de los proyectos, del Barrio Justo Juárez (Villa 7) se diferencia de la política anterior de erradicación de las villas de emergencia. Su elaboración privilegia el diálogo con los habitantes de la villa y no el beneficio de grandes empresas constructoras. Para la construcción de las viviendas son contratados desocupados de la misma villa teniendo en cuenta capacitación técnica, cargas familiares y tiempo de desocupación. Las viviendas podrían comprarse en cuotas con un bajo porcentaje del ingreso familiar de los habitantes.
La relación entre los habitantes de la villa y los trabajadores de la C.M.V. desemboca en la formación de las mesas de trabajo. En sus memorias, los arquitectos a cargo del proyecto recuerdan la evolución de la relación entre ambos grupos, ya que éstos eran mirados con recelo por los villeros, pero en el análisis conjunto fueron ganando confianza.
Las características consensuadas para las nuevas viviendas eran: romper la monotonía de los edificios multitudinarios, que los villeros consideraban como “nichos de Chacarita”, por lo tanto, se realizarían diferentes edificios de distintas formas y tamaños; dar lugar para calles internas y un patio común para recreación y como lugar de reunión (la dimensión comunitaria no podía estar ausente); construir ambientes amplios, iluminados, asoleados, con posibilidad de cambios internos y crecimiento. También fue un pedido unánime contar con un espacio exterior propio para cada vivienda.
Tal vez, la reflexión de Ratier, testigo del espíritu vivido en esta época, sintetiza las posturas de aquellos que iban a trabajar a las villas: “Ya los técnicos no venimos a ayudarlos a emerger; tampoco como los maestros los impulsaremos hacia la ´verdadera salida´, desviándolos de su adhesión al populismo. Tampoco meros alumnos dispuestos a ´aprender de las bases´ y marchar detrás de ellos. Somos, simplemente, compañeros, construyendo juntos una alternativa popular”.16

Entre la ilusión y la decepción (1973-1776)

El movimiento villero durante esta etapa participa activamente en la campaña presidencial de Cámpora en 1973. Así, el Frente villero de liberación nacional se une al Movimiento villero peronista (MVP), promovido por Montoneros. Muchos de sus participantes afirman que en este momento el Frente pierde horizontalidad y comienza a ser dirigido “desde arriba” en el contexto de la política de masas llevada adelante por la Tendencia revolucionaria (ala izquierda del Movimiento peronista).
Con Cámpora en el gobierno son fortalecidas las mesas de trabajo. Se implementa el Operativo Dorrego, con el propósito de lograr el trabajo en conjunto del Ejército y de la Juventud Peronista para el mejoramiento de las villas miseria, especialmente las zonas inundadas de la Provincia de Buenos Aires.                                                                           
El Presidente Perón designa en 1973 a López Rega como Ministro de bienestar social. Le ofrecen al sacerdote tercermundista Carlos Mugica ser asesor allí. El sacerdote acepta pensando que de esta manera podrá contribuir a que se tomen políticas favorables a los villeros.
El ministro López Rega anuncia entonces un plan de construcción de 500.000 viviendas. Al año siguiente desde el Ministerio les ofrecen a los habitantes de la Villa 31 (Retiro) el traslado a monoblocs de Ciudadela. Las comisiones vecinales de cada sector de la villa eran coordinadas por una Junta de delegados de los barrios de emergencia de Retiro. La Juventud peronista se enfrenta con el Ministerio de bienestar social y busca influir sobre la Junta. Sus representantes le habían presentado a Perón su proyecto para remodelar la villa con la construcción de mejores viviendas, pero Perón lo objeta. Según el sacerdote Vernazza 17 esta diferencia fue utilizada por la Juventud peronista para enfrentar a los villeros con el MBS. Se organiza entonces una marcha contra el ministerio y en el enfrentamiento con la policía muere un vecino de la villa. Frente a estos acontecimientos Carlos Mugica decide alejarse del MBS y a la vez diferenciarse de los sectores más radicales de la J. P.  
En este contexto las mesas de trabajo expresan su desesperanza en el gobierno popular, ya que se producen designaciones de funcionarios que habían sido parte de la dictadura, cuyo objetivo real era la desactivación de la Comisión. Se decide entonces la transferencia de tierras de la C.M.V. al M.B.S., reforzando el proyecto de erradicación de las villas miseria, en contra de la participación popular.
En 1973 son cambiados los directores de la C.M.V., remplazados por personajes del peronismo sin experiencia en el área de vivienda y lejanos al proyecto de la juventud que trabajaba en la misma institución. En 1974 se concreta la desarticulación de la CMV y también del Movimiento villero que, silenciado, comienza lentamente a desmembrarse.18 Simultáneamente se inicia un agotamiento de los grupos de las mesas de trabajo de la Comisión.  Frente a la ausencia de planes de vivienda la C.M.V. es condenada a la desaparición. Desatendidos por el Ministerio de bienestar social y enfrentados con las cúpulas sindicales, cada vez más se achicaban sus márgenes de acción.

La desarticulación social: las villas miseria de 1976 hasta la actualidad

A partir del 24 de marzo de 1976 la represión sobre las villas es especialmente feroz, en los dos primeros años del Proceso de reorganización nacional se llevaron adelante planes de erradicación compulsiva, destruyendo no sólo las organizaciones sino también la infraestructura lograda por ellos, atacando en particular a los líderes o dirigentes.      Un vecino de la Villa 21 recuerda de aquella época: “Era una erradicación por las malas porque, primero, para intimidar a la gente, apostaron gendarmes con la policía montada; segundo, toman a la gente de la Municipalidad con la tarea específica de tumbar las casas; por ejemplo, unas cuadrillas de veinte tipos esperaban que el hombre se fuera a trabajar y le volteaban la casa cuando quedaba la mujer sola con los chicos...”19  
Los militares soñaban con una ciudad ordenada, pulcra y eficiente. Desde esta concepción debían ser eliminadas las villas de emergencia para construir autopistas y modernizar Buenos Aires, respondiendo a razones estéticas y urbanísticas. En 1981 el Director de la C.M.V. declara en la Revista Competencia: “Nadie puede dudar que es deber y función de las autoridades ordenar el espacio urbano por razones de sana convivencia y ecológicas. (...) Buenos Aires, el mostrador europeo del país, no puede ver su imagen arruinada. Hay que darle jerarquía internacional, hay que ordenar el espacio físico según criterios selectos, que desplacen la pobreza o al menos que la encubran. De tal forma de vivir en Buenos Aires sea un privilegio.20
Como alternativas de solución frente a estos avasallamientos, los curas villeros fomentan la creación de cooperativas para la auto construcción de viviendas. Ejemplos de estas son las cooperativas de Retiro (Copacabana), Barracas (Caacupé), Flores (Madre del Pueblo) y Lugano (5 de noviembre). El objetivo de estos grupos es lograr la construcción de viviendas en terrenos propios a través del método llamado “esfuerzo propio y ayuda mutua”. Consistía en que todos los participantes trabajaran en la construcción de obra de todas las viviendas con la asistencia técnica de profesionales de distinta índole. Por esto se denomina autoconstrucción asistida, diferenciándose de la auto construcción espontánea.
Se debe tener en cuenta que esta experiencia alcanza a un muy bajo porcentaje de habitantes villeros en relación con las erradicaciones. La dictadura militar logra con éxito desarticular toda forma de vida comunitaria y posibles respuestas colectivas a la situación de violencia y exclusión que sufrían sus habitantes.
Sin embargo, estas acotadas actividades comunitarias en el seno de la dictadura muestran la capacidad de dar respuestas y de resistencia de los sectores más marginados de la sociedad argentina, que se otorgan a la vez nuevas alternativas para la solución de la problemática habitacional.
El terrorismo de Estado dejó una pesada herencia en la vida cotidiana de toda la sociedad y de las villas en particular: el individualismo, el resentimiento, el descreimiento, la desconfianza, la agresividad, el individualismo, el silencio, el miedo y la violencia. El modelo económico impuesto por la dictadura condena a la población villera a la pobreza y la marginación.
Con el regreso de la democracia las villas erradicadas vuelven a poblarse. Los antiguos habitantes que no habían encontrado un lugar mejor, regresan a sus anteriores terrenos, incluso si tienen que levantar las casillas nuevamente. Se suma además la llegada de gran cantidad de inmigrantes de países limítrofes, en particular en la década del ´90.
En la actualidad, la gran mayoría de los asentamientos se encuentran en el sur de la Ciudad (por ejemplo, Villa Soldati, Villa 15, Villa Lugano, Complejo Piedrabuena, Illia, Los Pinos, Barrio Obrero, Bermejo, La Fábrica, Villa 20, entre otros).21 Es también la zona de mayor índice de enfermedades respiratorias y digestivas relacionas a la desnutrición.
La característica diferencial en esta etapa histórica es la situación laboral de los vecinos de la villa: los trabajadores son desplazados del mercado laboral formal, resultado del proceso neoliberal de las últimas décadas. El índice de desocupación aumenta notablemente, por lo cual sus pobladores se convierten en beneficiarios de Planes de Jefes y Jefas de Hogar.
Sin embargo, la mayoría de los habitantes no recibe esa ayuda estatal. Muchos inician entonces la recolección informal de residuos como una forma de supervivencia. En muchas villas aparecen agrupaciones cooperativas que logran mejorar las condiciones de esta labor. La precariedad del trabajo es absoluta y, como resultado de la necesidad de subsistencia, incorpora a niños y ancianos.
La respuesta generalizada a esta pobreza estructural comienza a relacionarse con venta de drogas, robo, pungueo o mendicidad; medios alternativos para conseguir subsistir. La instalación del delito resulta una consecuencia de este fenómeno. Aumenta de esta forma, la violencia horizontal bajo la forma de robos, enfrentamientos de bandas por control territorial, por negocios ilegales o la conducción del barrio.
                                                                                                                                                                                          
En particular los habitantes que cuentan con trabajo estable son víctimas de continuos asaltos o de “cobros de peaje” y sufren una violencia cotidiana en sus mismos barrios. Los grupos de jóvenes son los protagonistas de este tipo de actos delictivos, ya que por estar fuera del sistema educativo y sin perspectivas de trabajo formal, encuentran en la formación de estas pandillas su medio de vida.
            Esto genera un clima de “inseguridad” permanente entre los vecinos de las villas, identificado por ellos mismos como su principal problema. El ingreso de la droga en los barrios aumenta la grave situación: altera las normas de convivencia tradicionales y quiebra los “códigos” hasta el momento aceptados.
La cumbia villera surgida en la década de los ´90 aparece como un fenómeno cultural que convierte la estigmatización que hace el resto de la sociedad en connotación positiva y desde ahí, en la afirmación de su identidad.
La fragmentación social se expresa entonces en la “guerra entre pobres”, que trae como consecuencia la imposibilidad de unión de los grupos desfavorecidos en búsqueda de soluciones conjuntas.
A pesar de la desarticulación de los vínculos sociales en las villas sigue existiendo gran cantidad de organizaciones que actúan como mediadoras de la ayuda que ofrece el Estado y la sociedad civil: la Iglesia católica, los comedores y las organizaciones vecinales.
En 1987 resurge una institución que articula las demandas villeras: se reconstituye el Movimientos de villas y barrios carenciados de la Capital Federal (M.V.B.C). Su marco de acción alcanza a 14 villas de Capital Federal de 120.000 habitantes aproximadamente. Sin embargo, estos proyectos tienen un alcance limitado. La mayoría de las familias depende de ayudas estatales o privadas para la supervivencia, y se generan así fuertes relaciones clientelares.

Reflexiones finales

La historia de los vecinos de las Villas Miseria es atravesada por una constante: la búsqueda de soluciones a problemáticas básicas para la supervivencia. En esa búsqueda se irán politizando y acercándose a diferentes actores sociales. A pesar de las coyunturas políticas desfavorables -tales como la última dictadura militar y contextos socioeconómicos adversos-, las organizaciones villeras logran impulsar nuevas propuestas como las cooperativas de autoconstrucción.
El Estado en general tendió a mantener el statu quo de los asentamientos y de las relaciones sociales entre sus habitantes y el resto de la sociedad porteña. No se tuvo en cuenta el problema habitacional como parte integral de un conflicto mucho más amplio, la insatisfacción de las necesidades básicas de la población villera. El pobre carece de todo, no se puede solucionar el tema vivienda sin abordar la problemática social en su totalidad.
El modelo neoliberal implementado desde 1976 y profundizado en las décadas posteriores aumentó la polarización social y con ella la exclusión de los sectores villeros.
Entre las estrategias para enfrentar estas profundas problemáticas aparece la radicación de las villas a partir de planes de urbanización para abrir calles, instalar servicios públicos, entre otros. Sin embargo, resulta evidente que con sólo un programa de mejoramiento de las condiciones objetivas de la población no puede resolverse el problema habitacional: trabajo, salud y educación, deben ser las claves para la inclusión de estos sectores en la sociedad.           Claro está que dependerá del proyecto político nacional y del lugar que ocupen en éste, los excluidos del sistema.

1 Artículo publicado en Toda historia, Buenos Aires, noviembre, 2008, ganador del Primer Premio del Concurso "Vivir en Buenos Aires, 2008.
2 ZICCARDI, “Políticas de vivienda y movimientos urbanos. El caso de Buenos Aires (1963-1973)”. Documento de trabajo, CEUR-ITDT, Buenos Aires, 1977.
3 Vecino de la Villa 19 INTA, citado en GONZÁLEZ, Lidia; PAREDES, Daniel. Las “villas miseria” de Buenos aires: la construcción del espacio barrial. En Voces Recobradas, Revista de Historia Oral Nº 14, Instituto Histórico. Eudeba, Buenos Aires, 1999. Pág. 34.
4 Fuente: Sindicatura del Gobierno de la Ciudad. Informe especial UPE Nº 3: Asentamientos precarios, Villas, NHT, Inmuebles intrusados, Barrios Municipales y Complejos habitacionales. 2006.
5 SARTELLI, E. “Ríos de oro y gigantes de acero. Tecnología y clases sociales en la región pampeana (1870- 1940” en Razón y Revolución. Buenos Aires, invierno de 1997, número 3. Pág. 11.
6 RATIER, Hugo. Villeros y villas miseria. Centro Editor de América Latina. Buenos Aires, 1972. Pág. 14.
7 Vecino de la Villa 1-11-14, citado en GONZÁLES. Op cit. Pág. 33.
8 HERNÁNDEZ ARRIEGUI, José. La formación de la conciencia nacional (1930-1960). Buenos Aires, Hachea, 1970.
9 LECUONA, Diego Eugenio. Legislación sobre locaciones urbanas y el problema de la vivienda. Centro Editor de América Latina, Buenos Aires, 1992. Pág. 12.
10 LA PRENSA. 18/8/70. Pág. 8.
11 RATIER, H. Op.cit Pág. 33.
12 La Razón. 5/8/70. Pág. 8.
13 Ordenanza Municipal 20.220. Art. 4. Boletín Municipal 12.587, 9-6-1965.
14 BELLARDI, Marta; DE PAULA, Aldo. Villas Miseria: origen, erradicación y respuestas populares. Centro Editor de América Latina, Buenos Aires, 1986. Pág. 13.                                                                                                                                     15 Sobre este tema indagan DÁVALOS, P; JABBAZ, M.; MOLINA, E. en Movimiento villero y Estado (1966 – 1976). Centro Editor de América Latina, Buenos Aires, 1987.
16 RATIER. Op cit. Pág. 98 
17 Ver VERNAZZA, Jorge. Para comprender una vida con los pobres: los curas villeros. Guadalupe, Buenos Aires, 1989.
18 En este análisis avanza Ziccardi en su texto “El tercer gobierno peronista y las villas miseria de la ciudad de Buenos Aires (1973-1976). Universidad Autónoma de México, 1983.
19 GUTIERREZ. Op cit. Pág. 79.    La forma intimidatoria y violenta con la que se implementan estos planes de erradicación tienen como fin desarticular la vida comunitaria de las villas: se destruyeron comedores, salones comunitarios, guarderías, centros de educación, entre otros
20 GUTIÉRREZ. Op Cit. Pág. 80. El subrayado es nuestro.
21 Ver mapa adjunto, localización de Villas Miseria en la actualidad.


 Bibliografía
BASCHETTI, Roberto. Documentos 1970-1976. De la guerrilla peronista al gobierno popular. Avellaneda, de la campana, 1996. Tomo I y II
BELLARDI, Marta; DE PAULA, Aldo. Villas Miseria: origen, erradicación y respuestas populares. Centro Editor de América Latina, Buenos Aires, 1986.
DÁVALOS, P; JABBAZ, M.; MOLINA, E. Movimiento villero y Estado (1966 – 1976). Centro Editor de América Latina, Buenos Aires, 1987.
GONZÁLES, Lidia; PAREDES, Daniel. “Las ‘villas miseria’ de Buenos aires: la construcción del espacio barrial.” En Voces Recobradas, Revista de Historia Oral Nº 14, Instituto Histórico. Eudeba, Buenos Aires, 1999.
GUTIÉRREZ, Juan E. La fuerza histórica de los villeros. Jorge Baudino Ediciones, Buenos Aires.
LECUONA, Diego Eugenio. Legislación sobre locaciones urbanas y el problema de la vivienda. Centro Editor de América Latina, Buenos Aires, 1992.
MARGULIS, Mario. Migración y marginalidad en la sociedad argentina. Buenos Aires, Piados, 1968.
RATIER, Hugo. Villeros y villas miseria. Centro Editor de América Latina. Buenos Aires, 1972.
RÍMULI, Verónica. “Las cuatro chapas del desamparo” en Ciudad Abierta, Publicación de la defensoría del pueblo de la ciudad de Buenos Aires Nº 9, marzo, 1996.
VERNAZZA, Jorge. Para comprender una vida con los pobres: los curas villeros. Guadalupe, Buenos Aires, 1989.
ZICCARDI, Alicia. (Comp.) Pobreza, desigualdad social y ciudadanía. Los límites de las políticas sociales en América Latina. CLACSO, Buenos Aires, 2001.
NOTA: Cedido por la autora para su publicación en el blog del CEHPNAL.

No hay comentarios:

Publicar un comentario