miércoles, 22 de julio de 2020

Epidemias, Pandemias y el sufrimiento de los olvidados por los poderes del capital


Mg Graciela Enria
Medica Pediatra, Epidemióloga. Profesora de Medicina y sociedad. Facultad de Ciencias Médicas. Investigadora del Consejo de Investigaciones CIUNR. Universidad Nacional de Rosario. Jubilada





DIONISIO es el dios griego de las epidemias. Según los relatos aparece de visita (epidemión), nada se sabe de su arribo, cuando se lo descubre ya ha dejado su devastación de enfermedad y muerte.
Dionisio ha llegado a Argentina y está actuando. Como siempre se ensaña en los territorios y con la población más vulnerable.
Esta situación, que en el lenguaje común se la enuncia como un hecho “natural”, ha sido abordada por las políticas sanitarias desde mucho tiempo atrás, muestra la importancia que reviste en las discusiones científicas.
Basados en las hipótesis de Hipócrates, Snow, Virchow, Guerín para citar algunos, comenzaron reuniones para negociar sobre las responsabilidades de las ocurrencias de afectación por enfermedades consideradas de los pobres o de los grupos que no aceptan las normas sociales: Lepra, Sífilis y demás infecciones de transmisión sexual (ITS), Tuberculosis, Chagas, Dengue, ahora el mismo vector suma Zika y Chicunguña, HIV/sida, sólo para nombrar algunas.

El concepto de CONDICIONES DE VIDA se tornó central. Max Neef (PNUD 1989) acuñó el concepto de necesidades básicas insatisfechas, y por fin comienza a circular un discurso que debió reforzar la palabra salud con el concepto de SALUD POSITIVA.
¿De qué estamos hablando? Salud no es ausencia de enfermedad (como lo enunciaran los egipcios), SALUD es un hecho positivo y significa la posibilidad de desplegar todas las oportunidades de la vida, con calidad; reconociendo los problemas que comunitariamente deben solucionarse, satisfaciendo como mínimo las necesidades básicas.





Pero, en la mayoría de los países se encuentran poblaciones que desarrollan su existencia en condiciones miserables. Viviendas inadecuadas, carentes de los servicios mínimos, que logran los ingresos diarios de manera informal, mal alimentados y peor nutridos. Poblaciones sufrientes, conformadas por migrantes internos y externos que buscan mejoras en sus vidas pretendiendo un mejor
Epidemión gr de visita, verbo utilizado por Hipócrates para describir los problemas que afectaban a las poblaciones de tanto en tanto, situaciones que podían reconocer sus causas en lo extranjero. Luego el verbo se tornó en el sustantivo EPIDEMIA; cuyos indicadores vitales ostentan tasas de mortalidad infantil, bruta de mortalidad, incidencia de enfermedades por encima de las medias de los países y una esperanza de vida muy por debajo del resto de la población.
De esto trató la conferencia de Alma Atta (1978), de la que nuestro país es signatario, instituyendo la política de Atención Primaria de la Salud con el propósito de alcanzar la SALUD PARA TODOS. En ella Los países se comprometen a garantizar la asistencia sanitaria esencial.
No todos los firmantes comprendieron lo que asistencia sanitaria esencial significa. En el nuestro se la confundió con la atención de la enfermedad, que se organizó, además, con el propósito de controlar a las poblaciones pobres instalando centros -mal llamados de APS-, con la intención de garantizar la permanencia de los pobres en ese territorio. Se trata, en general de consultorios desprovistos de toda complejidad, en los que se practica una mala medicina, para gente considerada de segunda.
En 1986 OMS-OPS llaman a una nueva reunión para evaluar los avances de las políticas públicas en los países firmantes. Ante la permanencia, agravamiento de las condiciones en las que se encontraba una proporción importante de las poblaciones, escribieron la Carta de Ottawa. (OPS-OMS 1985)
Explicando que atención primaria de la salud (APS) es Promoción de la salud. Enunciando que para alcanzar la SALUD los Estados deben garantizar los pre- requisitos consistentes en: educación para todos, como único medio que habilita las posibilidades de alcanzar un trabajo, que permita una vivienda adecuada, alimentación para la familia, un ambiente que asegure la vida con servicios adecuados. La distribución de la renta con justicia social y equidad.
Hoy, como siempre, las epidemias y pandemias han dejado al descubierto las desigualdades humanas y el desinterés de las políticas públicas por estas poblaciones.
Los pudientes compran a bajo costo montes y emprenden la explotación de la soja. Produciendo desertización, envenenamiento de los suelos y del agua, extinguiendo la fauna y la flora autóctona. Desconociendo, como lo hicieran desde la fundación de la Argentina como estado (Forestal, campañas al desierto, introducción del ganado ovino en el sur…) la existencia de pueblos originarios, verdaderos dueños de la tierra cuyos valores se fundan en el respeto de la naturaleza.
Los migrantes se agolpan en espacios públicos, a veces en las vías abandonadas del ferrocarril, constituyendo una organización social que protege su miserable existencia.
Es allí donde Dionisio hace más estragos.
En el caso del covid-19, que llegó de la mano de quienes pudieron viajar, en sus vacaciones, a otros continentes. Se extendió a estos espacios llevados por los quienes prestan sus servicios en las casas de estos señores (empleadas domésticas y otros trabajadores informales con oficios menores), y despertó con toda su virulencia.
La mitología griega cuenta que cuando Proitos (rey de Argolida) se negó a rendirle culto y a no distribuir sus riquezas, el dios se ensañó y mató a toda la población.
Mirando la distribución de las riquezas en los grandes conglomerados argentinos, nos acercamos mucho a este relato.
Es hora de transformar la forma de vida de los pueblos de manera más humana. Francisco lo describe acabadamente: “Hemos fallado custodiando la Tierra, nuestra casa-jardín y custodiando a nuestros hermanos. Hemos pecado contra la Tierra, contra nuestro prójimo y, en definitiva, contra el Creador” … “Como la trágica pandemia de coronavirus nos está demostrando, solo juntos y haciéndonos cargo de los más débiles podemos vencer los desafíos globales”.

Bibliografía
Detienne, Marcel: Dionisio a cielo abierto. Gedisa 1986 Barcelona España
Max Neef: Teoría del desarrollo a escala humana 1989 PNUD
Conferencia de “Atención primaria de la salud” OMS OPS UNICEF.  Alma Atta 1978
Carta de Ottawa OPS OMS 1985
Papa Francisco: Audiencia general del miércoles 22 de abril, dedicada al 50º Día Mundial de la Tierra, Vatican news.

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