domingo, 31 de mayo de 2020

El rol de las representaciones sociales en la construcción de liderazgos democráticos en la Argentina contemporánea



                      Rubén Francisco Lasso*


*Docente en el Instituto Superior del Profesorado “Dr. Joaquín V. González” y la Universidad Nacional de Tres de Febrero.



Introducción
La última dictadura militar supuso la suspensión tanto del estado de derecho como  del ejercicio de la práctica política partidaria. Los políticos fueron considerados por los uniformados como responsables de la crisis económica y la violencia social, que los últimos sostenían venir a resolver. En este sentido, los miembros del nuevo régimen reactivaban en el imaginario colectivo el modelo clásico instalado por ellos en el país, por el cual se atribuían el rol de reserva moral de la República, una especie de meta-grupo social no contaminado con la situación y sin intereses particulares,1 características opuestas a las que adjudicaban a los políticos.
Luego de los bíblicos siete años de vacas flacas que duró la última dictadura militar, la recuperación de la democracia se debió al fracaso del proyecto económico neoliberal, a la derrota frente a Gran Bretaña en la guerra de las islas Malvinas y a la difusión masiva de los crímenes cometidos, denunciados por distintos actores político-sociales desde el país como por los organismos internacionales de derechos humanos. Pero, ¿cómo encarar la nueva etapa que se iniciaba en la sociedad argentina?, ¿qué posicionamiento tomar frente a los temas cruciales de la reconstrucción democrática?, ¿cómo encarar la relación con las Fuerzas Armadas? y ¿cuáles eran las características y las necesidades de esa sociedad de la que formaban parte y a la que querían conducir? Tales interrogantes pueden develarse a partir los discursos de asunción de los presidentes que lograron ser elegidos por la ciudadanía, luego del último período dictatorial. Su análisis constituye el objeto de estudio de la presente investigación. La misma centrará su atención en cómo influyeron las representaciones sociales en relación con la democracia.
Se sostiene como premisa que las  representaciones  sociales  pueden  develarse  de las expectativas y temores presentes en los discursos presidenciales; que ellas están condicionadas por el contexto histórico en el que se produce la asunción a la primera magistratura del país; y que las mismas influyeron en la elección de determinadas estrategias discursivas y argumentativas. La transición de un período de facto a la democracia plena reclamó el desarrollo de un entramado discursivo que les permitiera a los actores políticos interesados en asumir la presidencia de la Nación resultar vencedores en la contienda electoral. El estudio de esas matrices discursivas permitirá observar cómo percibieron los mandatarios la sociedad y cómo las representaciones que tenían respecto de ella desencadenaron su discurso público.

El concepto de transición fue conceptualizado por Guillermo O’Donnell “como el intervalo que se extiende entre un régimen político y otro [delimitado] de un lado, por el inicio del proceso de disolución del régimen autoritario, y del otro, por el establecimiento de alguna forma de democracia…”2 Sin embargo, varios investigadores en la década del noventa observaron que un enfoque político-institucional se mostraba insuficiente y que era necesario incluir al proceso de transición el cambio de modelo económico;3 idea que surgió en ocasión de la crisis argentina de 1989 y que volvió a ponerse en evidencia en la acaecida en 2001, similares a las que acontecieron en otros países de la región. Así, y a diferencia de la idea sostenida por el prestigioso politólogo argentino, se piensa que debe replantearse la noción misma de transición, incluyendo al institucional los aspectos económico y jurídico. El último se propone agregar en este trabajo, pues se considera que la transición no concluye cuando asume un presidente por el voto popular ni porque se aplique una economía de desarrollo e inclusión social sino, también, cuando la Constitución regule  las relaciones sociales y, por lo tanto, los hechos criminales cometidos por el Terrorismo de Estado se juzguen de acuerdo a las leyes de la República, situación que aún no ha finalizado.4

Mujeres de acción en el mayo cordobés del 69.



Mujeres de acción en el mayo cordobés del 69.
La lucha activa de las mujeres en la rebelión popular

 Profesoras Magdalena Ailín García y Cecilia Giacci


“… toda revolución ha sido precedida por un intenso trabajo de crítica, de penetración cultural, de permeación de ideas a través de agregados humanos al princi­pio refractarios y sólo atentos a resolver día a día, hora por hora, y para ellos mismos sus problemas económico y político, sin vínculos de solidaridad con los demás que se encontraban en las mismas condiciones…” Antonio Gramsci

La gran gesta popular que fue el Cordobazo aquel 29 y 30 de mayo de 1969 nos hace replantearnos como historiadoras y mujeres de nuestra época,  por qué en la historiografía argentina, no se puso el foco también en los cuerpos de las mujeres en aquellas significativas barricadas retratadas en todos los libros de historia.
De una imagen[1] bastante recordada para el imaginario social, donde Agustín Tosco levanta las banderas del sindicato de Luz y Fuerza (uno de los primeros sindicatos en organizar y llevar a cabo el Cordobazo) nos cuestionamos esa pregunta  de la mujer en la historia:



Foto: José Ardiles[2]

En estas imágenes se pueden notar la columna del Sindicato de Luz y Fuerza, y se observa a Agustín Tosco junto con otros compañeros encabezando la co­lumna, pero conjuntamente a un costado, se puede advertir a unas mujeres llevando banderas de ese gremio bien adelante junto con los compañeros:
¿Quiénes eran esas mujeres? ¿Cuál era su papel? ¿Había otras mujeres en esa manifestación? Lo que además nos llamó la atención fue que generalmente la reproducción de esa imagen está recortada en las distintas publicaciones que aparece, mostrando sólo la columna a los hombres y sobre todo la figura de Agustín Tosco.
¿Tuvieron las mujeres entonces una participación activa en el Cordobazo como los sindicalistas hombres, obreros o estudiantes? ¿Eran estudiantes, obreras, o dirigentas gremiales también? Si aparecen en una imagen movilizándose junto con otros trabajadores, ¿por qué no se las nombra?, ¿por qué si las mujeres fueron partícipes en esos espacios públicos, incluso en masas, siguen silenciadas u omitidas?

martes, 19 de mayo de 2020

Patria e identidad en las fiestas


Patria e identidad en las fiestas
Teresa Eggers-Brass

La sentencia “El 25 de mayo de 1810 nació la Patria” está totalmente naturalizada
en la población argentina.[1] Sin embargo, concita sonrisas de desdén entre muchos historiadores académicos.
Tiene sentido preguntarse ¿qué es la Patria? ¿En qué estamos pensando cuando hablamos de Patria, y qué idea se tenía en 1810 sobre lo que era o lo que querían los revolucionarios que fuera la Patria?
Si vamos a las fuentes, o sea, al Plan de las Operaciones que el Gobierno Provisional de las Provincias Unidas del Río de la Plata debe poner en práctica para consolidar la grande obra de nuestra libertad e independencia, se habla del “sacudimiento de una nación”, de las medidas “más conducentes para la salvación de la Patria”, del “emprendimiento de la obra de nuestra libertad”. Este Plan de Operaciones, proyecto de Manuel Belgrano, aprobado por toda la Junta el 18 de julio de 1810 y escrito por Mariano Moreno, muestra bien a las claras que el nacimiento de la Patria fue el 25 de mayo de 1810. En el desarrollo del Plan, Moreno lo precisa, y diferencia a la Revolución de los proyectos anteriores: “aunque algunos años antes de la instalación del nuevo gobierno se pensó, se habló, y se hicieron algunas combinaciones para realizar la obra de nuestra independencia ¿diremos que fueron medios capaces y suficientes para realizar la obra de la independencia del Sud [...]?”
El historiador Tulio Halperín Donghi, hace algunas décadas, aseveraba:
“La independencia va a significar la identificación de la causa revolucionaria con la de la nación, nacida ya de un curso de hechos que (...) es irreversible”.
Con esto, afirmaba que la nación había surgido con el irreversible curso de hechos iniciado con la Revolución de Mayo.
Como bien afirma Benedict Anderson, la nación es una construcción colectiva.[2] Esa creación estaba en sus primeros pasos en 1810, cuando todavía no se podía asegurar cuáles de los territorios integrantes del Virreinato del Río de la Plata se iban a plegar al proyecto, o quedarían bajo la dominación de Buenos Aires.
Si bien nuestro país recién en 1816 proclama la independencia como Estado, quienes integraron la Primera Junta de Gobierno Patrio estaban conscientes de su
papel fundador de una nueva nación. No lo podían exteriorizar por una cuestión de conveniencia política, por lo que cuidaron en los documentos oficiales de mencionarlo. Pero se ocuparon de instalar en la conciencia ciudadana la importancia del acontecimiento, mediante los festejos de la Revolución: las Fiestas Mayas. Desde el 25 de mayo de 1811, esta celebración duró varios días, y, como en las fiestas patronales coloniales, se organizaron festejos por barrios. Las Provincias Unidas del Río de La Plata todavía no se

LA HISTORIA FALSIFICADA (*)

LA HISTORIA FALSIFICADA (*)
Prof. Ricardo Boserup. 

En la “Historia Falsificada”, Ernesto Palacio, su autor,  hace alusión a la Resolución adoptada por el Poder Ejecutivo Nacional, ante la visita del Presidente Getulio Vargas (Mayo de 1935), cómo una forma de limar asperezas con el gobierno de Brasil ante viejos conflictos limítrofes y mediante la cual se creaba una “Comisión encargada de revisar los textos usadas en la enseñanza media” [47] La medida buscaba incentivar los vínculos amistosos en tanto “…no se llegue a desfigurar la verdad histórica y a hacer de Ituzaingó un empate riguroso”.  (ibíd.)
De allí el autor da a entender que es obra del Estado, a través de la Escuela, quién debe preocuparse y responsabilizarse en la enseñanza y la formación de futuras generaciones. Auspicia el cambio de los métodos de enseñanza de la historia argentina, en especial de la escuela primaria en la que se ha corrompido la inteligencia de los niños…” con errores que perturbaran su juicio toda la vida”. (48).
Palacio hacer un recorrido en cuanto a cómo la historia ha influenciado en la moral y la formación intelectual de los niños y jóvenes a lo largo de diversas civilizaciones antiguas en las que aquellos historiadores a través de sus narraciones, otorgaron particular importancia a la enseñanza de la historia.
En dicho sentido pone énfasis en lo referente, al momento de escribir esta obra, en hacer hincapié en la forma de establecer una tradición nacional homogénea, ante la oleada de corrientes inmigratorias llegada al país (antes y después de la formación del Estado Nación), por lo que debe contarse con una educación que supla la multiplicidad de las tradiciones familiares.
Las condiciones culturales y de conocimiento de sus propias historias, son en general, comunes a todas las naciones que han transitado por generaciones los pueblos y que se han transmitido durante siglos en forma solidaria desde valores que solidifican vínculos inseparables e indestructibles. Ese sentir, dice Palacios, se encuentra ausente en los escritos, salvo en “ciertos núcleos de largo arraigo a la tierra”.
Ante dicho panorama, Palacio sugiere ir por “… una comunión espiritual en una idea nacional, que absorba, transforme y convierta en bien colectivo las diferencias originarias”. Aquí es cuando le otorga a la historia la relevancia para llevar adelante esa unidad con el objeto de otorgar a futuro, el sentido de una “misión argentina específica en el mundo y que comprometa en su cumplimiento a todos los nacidos en nuestro suelo”. (50)

jueves, 14 de mayo de 2020

REPUDIO A VANDÁLICO ATAQUE


Desde el Centro de Estudios Históricos del Pensamiento Nacional y Latinoamericano (CEPHNAL), integrante del Dto.de Historia del I.S.P. “Dr. J.V. González”, repudiamos los hechos de vandalismo contra los Murales del Polideportivo del Normal 7, y que comparte con los Comerciales 8 y 25, y el Centro Cultural la “Casona de Teresa” en Homenaje a estudiantes desaparecidas de esos establecimientos. Así también, recientemente fueron dañadas las baldosas de las veredas de la institución, que fueron realizadas y colocadas por las comunidades educativas, Vecinos de Almagro y familiares de las compañeras desaparecidas.                                                                                                                  Vivimos un tiempo difícil y nos es imposible manifestarnos personalmente para visibilizar nuestro repudio.                                                                Sentimos que no podemos silenciar estos hechos. Por eso, una vez más, renovamos nuestro compromiso en defensa de MEMORIA, VERDAD Y JUSTICIA
11 de mayo de 2020
CEHPNAL.

RAMÓN CARRILLO: EL HOMBRE DE LA MEDICINA MILITANTE

“Por donde Ramón Carrillo
va truncando chacareras
cuerpo a cuerpo con la muerte
se pasa la vida entera”
                                                                             
A don Ramón Carrillo de Briático-Mounier
               (fragmento de chacarera)
Prof. Claudia A. RODRIGUEZ Mayo de 2020 

CEHPNAL

Presentación
En este material nos proponemos difundir algunas ideas de quien fuera el primer Ministro de Salud de nuestro país: el Dr. Ramón Carrillo. Los fragmentos seleccionados del libro La Teoría del Hospital intentan mostrar, a manera de aguafuertes, el ideario revolucionario que dio origen a la corriente sanitarista nacional hacia fines de la primera mitad del S. XX.  
Previamente a la exposición del ideario de Carrillo se vuelve imperioso conocer aspectos de su vida para asomarnos a su cosmovisión y entonces comprender algunas concepciones que en el presente se vuelven inexorables.

Aspectos de su vida
Ramón Carrillo nació en Santiago del Estero en 1906, fue el hijo primogénito de una familia numerosa. Egresó de la Escuela Nacional a los 17 años y viajó a Buenos Aires para emprender su sueño: ingresar en la carrera de medicina.
En 1924 fue designado practicante externo del Hospital Nacional de Clínicas por concurso de calificaciones, al mismo tiempo que se iniciaba como redactor de la Revista del Círculo Médico Argentino y del Centro de Estudiantes de Medicina. 
Conoció al doctor Manuel Balado quien había llegado desde los Estados Unidos con las últimas novedades sobre neurocirugía; este influirá en la decisión de Carrillo en orientar su especialidad hacia la neurocirugía. En 1928 fue designado, por concurso de calificaciones, practicante menor interno del Hospital Nacional de Clínicas y, sin descuidar otra de sus pasiones, al año siguiente asumió como director de la Revista del Círculo Médico Argentino y del Centro de Estudiantes de Medicina.
Dos años después se hizo acreedor de la «Beca de la Universidad Nacional de Buenos Aires» gracias a sus excelentes calificaciones y a sus numerosas publicaciones científicas; y es así, que durante tres años se perfeccionó en Holanda, Francia y Alemania. 

 Parafraseando a Rodolfo Alzugaray, militante de la Izquierda peronista quien escribió la biografía más completa sobre Carrillo, da cuenta que: la herencia paterna lo volvió al joven estudiantes simpatizante del partido Conservador; sin embargo, este aún estudiante secundario era un lector profundo de las realidades que vivía su provincia junto a las regiones abandonadas por quienes defendieron los intereses portuarios. Fue entonces que reivindicaría las figuras de los caudillos Juan Felipe Ibarra y Facundo Quiroga, comprendiendo decía: “los motivos de las luchas federales”. 
Obstinado observador de las condiciones laborales de las trabajadoras y trabajadores rurales, observó en su tierra natal las tareas de muchas mujeres que –a falta de hombres debido a los trabajos temporarios- realizaban tarea de hacheras, aún en estado avanzado de embarazo. Al mismo tiempo que eran quienes garantizaban el agua potable que trasladaban en profundas tinajas, supeditando su salud para garantizar un derecho básico a sus descendencia.
Frecuentaba espacios culturales y cafetines en donde trabó amistad con Homero Manzi y los hermanos Discépolo. Al desatarse la Segunda Guerra grande, el mundo académico por acción u omisión se posicionó, provocando una profunda división interna en el ámbito universitario. Su clara postura neutral lo acercará a FORJA y provocará el alejamiento de antiguos maestros y colegas.